sábado, julio 11

Los hombres de Stalin

Miembros del Buró Político del CC de 1933
Yenukidze, Voroshílov, Kaganóvich, Kuibishev
Ordzhonikidze, Stalin, Molotov, Kirov

Mucho antes de 1917, el año de la revolución, Stalin ya había conocido a la mayoría de los que serían parte de su entorno y a los que serían sus adversarios en la dirección del Partido después de Octubre. A diferencia de los otros líderes bolcheviques, el “rudo” Stalin era capaz de trabajar en grupo, era capaz de dar órdenes y de ponerse en acción, de predicar con el ejemplo.

Aunque era individualista según muchos, tenía sentido del humor y facilidad para congeniar con la gente. Contra lo que muchos piensan tenía una voz suave y pausada, no gritaba y casi nunca perdía los papeles, y por lo común dejaba hablar al resto. Cierto que para ser “áspero”, “tosco” o “rudo” no se necesita lo contrario. Esa contradicción en su personalidad era precisamente lo que atraía a los que lo conocían. Ese tipo que hablaba poco, cuando lo hacía, era directo, franco y sin ceremonias. Era evidente su rapidez mental, su capacidad analítica, su ingenio, su inteligencia y su resolución para pasar de las palabras a la acción. Llamaba mucho la atención su capacidad para trabajar en cualquier frente o actividad del partido: era "el todo terreno" de Lenin.

En el Cáucaso, Stalin conoció a muchos de sus camaradas, rusos, armenios, georgianos, etc. El Cáucaso no era una zona desarrollada desde el punto de vista capitalista como Polonia y Finlandia, pero tenía plantas de producción de gran importancia, por lo que los partidos revolucionarios prestaban gran atención a la región.

En Bakú, capital de Azerbaidzhan, se producía el 50% de la producción de petróleo del mundo y ocupaba a 48 mil obreros. Todavía en la II Guerra Mundial era una zona petrolífera de suma importancia, al punto que es legítimo decir que la Batalla de Stalingrado fue en realidad la batalla por Bakú.

Por otro lado, en Batumi, sobre el Mar Muerto, se encontraban la ciudad más moderna y el principal puerto del Cáucaso así como las refinerías de los Rothschild y Nobel que hicieron una gran fortuna con el petróleo.

Asimismo, en las minas de las montañas de Chiatura, en las proximidades de Kutaísi, Georgia, se producía el 60% del manganeso del mundo con el trabajo de 10 mil mineros. Bajo la dirección de Stalin, Chiatura se constituyó en el bastión bolchevique de Georgia, donde el “Sargento-Mayor” Koba organizó sus célebres Escuadrones de Combate en 1905. Lenin llamaría a Stalin “el fiero Cólquide” (según el mito griego, el vellocino de oro que buscaban los argonautas se encontraba en la región del Cólquida, en Georgia).

Stalin conoció a Mijaíl Kalinin en 1900. El futuro presidente de la URSS era obrero ferrocarrilero en Georgia. En 1917, sería miembro del Comité Petersburgo del Partido Bolchevique y presidente del Soviet de Vyborg, el distrito proletario de Petrogrado.

En 1901 conoce a Avel Yenukidze ex seminarista que colaboró en la fundación del periódico bolchevique Brdzola (La Lucha), donde Stalin escribiría sus primeros artículos. Secretario del Presídium del C.E.C. de Toda Rusia después de la toma del poder. Sería miembro del Comité Central bolchevique después de la muerte de Lenin. Ese mismo año conoce al armenio Stepan Shaumian que sería miembro del Comité Central de 1917.

En 1902 conoce en Tiflis a quien sería su mejor amigo, el armenio Surén Spandarián, elegido miembro del Comité Central Bolchevique en 1912. Murió de tuberculosis, exiliado en Siberia, poco antes de que estallara la revolución.

En 1903 Spandarián lleva a Stalin a una conferencia dictada por Lev Kámenev, donde éstos se hacen amigos. Kámenev vivió su juventud en Georgia, estudiando en el privilegiado Gimnasium de Tiflis con Spandarián. Su padre, un acomodado ingeniero, construyó el tendido de rieles del ferrocarril Batumi-Bakú.

En 1904 conoce a Sergei Alliluyev, ruso, obrero ferrocarrilero de Bakú, quien 14 años después sería su suegro. En 1917, Stalin viviría en la casa de la familia bolchevique Alliluyev y en su habitación escondería a Lenin luego del fracaso de la manifestación armada de julio y la persecución del Gobierno Provisional.

En 1904 también, conoce a su mentor Mikha Tskhakaya, fundador de Mesami Dasi, el primer grupo marxista georgiano y primer bolchevique del Cáucaso. Con Stalin, dirigirían a los bolcheviques del Cáucaso. Tskhakaya regresaría de la emigración con Lenin en el célebre tren precintado.

En 1904, conoce también a otro de sus mejores amigos y futuro colaborador, Sergo Ordzhonikidze, quien sería miembro del Buró Ruso con Stalin en 1909 y sería elegido en el Comité Central de 1912. En 1910-11, Sergo recibiría formación en la escuela bolchevique que Lenin dirigía en París. En 1917, en Petrogrado, colaboraría con Stalin cuando Lenin era buscado para detenerlo.

En 1905, en la Conferencia bolchevique de Tammerfors, Stalin conoce a Yákov Sverdlov y Solomon Lozovsky, futuro sub-Comisario de Asuntos Exteriores de la URSS. En esa misma conferencia se encuentra con Leónid Krasin, colaborador de Lenin y futuro funcionario del gobierno soviético, a quien conocía desde Bakú. También conoce a Yemelian Yarovlasky, el futuro principal propagandista del Partido que escribiría la famosa “Historia del PC (b) de la URSS”.

En 1906, en el IV Congreso en Estocolmo, conoce al polaco Félix Dzerzhinsky, a Grigori Zinoviev y a Alexei Rykov, estos dos últimos, miembros del CC bolchevique de 1917. Durante ese Congreso, comparte habitación de hotel con Klementi Voroshílov, futuro mariscal de la URSS y miembro del CC.

En 1908 conoce Liudmila Stal, cercana colaboradora de Lenin, una de las más importantes mujeres bolcheviques, con quien se dice tuvo una relación sentimental y de cuyo apellido –especulan- derivó su seudónimo. Ese mismo año, detenido en la cárcel de Bailovka, conoce al menchevique Vishinsky quien sería el Fiscal del Estado durante los procesos de Moscú. También conoce a Yelena Stasova, colaboradora de Lenin, quien sería la secretaria del CC en 1912 y nuevamente después de la muerte de Sverdlov, antes de que se estableciera el Secretariado General.

En 1909, a insistencia de los militantes en Rusia, se establece el Buró Ruso en 1909, del que forman parte Stalin y Ordzhonikidze.

En 1911, conoce al joven Molotov, con quien fundaría la célebre Pravda, el periódico legal de masas del Partido. Molotov en 1917 sería uno de los tres jóvenes bolcheviques a cargo del Buró Ruso del descabezado Partido y después de Octubre sería secretario del Partido y miembro suplente del Buró Político (con Kalinin y Bujarin) bajo Lenin.

En 1913, el "magnífico georgiano" conoce a Bujarin, en Viena, mientras redactaba “El marxismo y la cuestión nacional” por encargo de Lenin.

El Comité Central de 1912 está formado por Lenin, Stalin, Zinoviev, Kámenev, Sverdlov, Spandarián, Ordzhonikidze, Malinosvky, Petrovsky, Muránov. Kalinin y Shaumian serían designados miembros suplentes. Con Yelena Stasova como secretaria.

La composición de este CC –el último anterior a 1917– revela una predominancia de militantes que trabajan en Rusia. Cuatro titulares (Stalin, Kámenev, Spandarián y Ordzhonikidze) de diez, procedían del Cáucaso. A ellos habría que sumar los dos miembros suplentes también procedentes de esa región. Esto demuestra la importancia del Cáucaso en la lucha revolucionaria rusa.

En época de reflujo revolucionario, después de 1905, Bakú –una de las ciudades bajo la responsabilidad de Stalin– era conocida como “la capital revolucionaria del imperio”. No debe olvidarse que en 1905, el Cáucaso y Moscú fueron los lugares donde la lucha fue más dramática, más violenta y más heroica.

Tampoco es casualidad que en la revolución de 1917, los líderes del menchevismo hayan sido dos georgianos: Chjeídze y Tsereteli, que encabezaron el Soviet de Petrogrado, pese a la presencia de figuras notables del menchevismo como Plejánov, Axelrod, Potrésov, Dan, Líber, Martínov y Mártov (los nombres que encontramos a lo largo de la historia del POSDR combatiendo contra Lenin).

Al único líder bolchevique que conocería después de Octubre sería a Lazar Kaganóvich, quien sin embargo era parte de la Organización Militar Bolchevique antes de la toma del poder.

En suma, en 1917, antes de Octubre y antes de ser “el poderoso” Secretario General, Stalin tenía una relación forjada en la lucha con bolcheviques que iban posteriormente a jugar un rol importante en el Partido y en el futuro Estado soviético. Kalinin, Molotov, Dzerzhinsky, Ordzhonikidze, Kaganóvich, Voroshílov, entre otros, eran los líderes bolcheviques de segunda fila que se encontraban también cumpliendo su parte en la revolución de 1917.

DR

viernes, julio 10

Un reacomodo de clases (Lenin)

Pravda Nº 92 del 27 de junio (10 de julio) de 1917

Cada revolución, si es una verdadera revolución, causa un reacomodo de clases. De ahí que la mejor manera de educar al pueblo y combatir a los que engañan al pueblo invocando la revolución, es analizar el reacomodo de clases que ha ocurrido o está ocurriendo en la presente revolución.

De 1904 a 1916, en los últimos años del zarismo, la posición relativa de las clases se hizo particularmente clara. Un puñado de terratenientes semifeudales, encabezado por Nicolás II, estaba en el poder y mantenía una estrecha alianza con los magnates financieros que estaban obteniendo ganancias inauditas en Europa y para cuyo beneficio se habían concluido tratados depredadores con países extranjeros.

La burguesía liberal, dirigida por los Kadetes, estaba en oposición. Estaban más temerosos del pueblo que de la reacción y se acercaban más y más al poder compormetiéndose con la monarquía.

El pueblo, es decir, los obreros y campesinos, cuyos líderes habían sido empujados a la clandestinidad, era revolucionario. Ellos constituían los “demócratas revolucionarios” –proletarios y pequeño-burgueses.

La revolución del 27 de febrero de 1917 barrió la monarquía y puso en el poder a la burguesía liberal, que, operando en acuerdo directo con los imperialistas anglo-franceses, quería una revolución palaciega sin mayor trascendencia. Bajo ninguna circunstancia estaba dispuesta a ir más allá de una monarquía constitucional con un sistema electoral condicionada por varias características. Y cuando la revolución de hecho fue más allá, aboliendo completamente la monarquía y estableciendo los Soviets (de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos), toda la burguesía liberal se hizo contrarrevolucionaria.

Ahora, cuatro meses después de la revolución, el carácter contrarrevolucionario de los Kadetes, el principal partido de la burguesía liberal, es tan claro como el día. Todos pueden verlo. Todos se ven obligados a admitirlo. Pero no todos quieren enfrentarlo y pensar acerca de lo que implica.

Hoy Rusia es una república democrática gobernada por un acuerdo libre entre partidos políticos que están libremente buscando apoyo para sus posiciones entre el pueblo. Los cuatro meses desde el 27 de febrero han consolidado totalmente y dado forma definitiva a todos los partidos de alguna importancia, mostrándolos durante las eleccionaes (a los Soviets y a los órganos locales) y revelando sus lazos con las distintas clases.

En Rusia, la burguesía contrarrevolucionaria está en el poder hoy, mientras los demócratas pequeño-burgueses, los partidos socialista-revolucionario y menchevique, se han convertido en “la oposición de su Majestad”. La política de esos partidos es esencialmente una de compromiso con la burguesía contrarrevolucionaria. Los demócratas pequeño-burgueses están ascendiendo al poder, empezando por ocupar los órganos locales (precisamente como los liberales lo hicieron bajo el zarismo –ocupando primero los zemstvos). Esos demócratas pequeño-burgueses quieren compartir el poder con la burguesía, no derrocarla, exactamente de la misma forma en que los Kadetes querían compartir el poder con la monarquía y no derrocarla. Los demócratas pequeño-burgueses (los socialista-revolucionarios y los mencheviques) se comprometen con los Kadetes debido al cercano vínculo de clase entre la pequeña y gran burguesía; tal como el vínculo de clase entre el capitalista y el terrateniente, viviendo en el siglo veinte, les hizo abrazarse a los pies de su “adorado” monarca.

Es la forma de compromiso lo que ha cambiado. Bajo la monarquía era cruda: el zar no permitía a los Kadetes ir más allá del patio trasero de la Duma. En una república democrática, el compromiso se ha hecho tan refinado como en Europa: se permite a la pequeña burguesía, en inofensiva minoría, ocupar inofensivos (para el capital) puestos en Gabinete

Los Kadetes han tomado el lugar de la monarquía. Los Tseretelis y los Chernovs han tomado el lugar de los Kadetes. La democracia proletaria ha tomado el lugar de una verdadera democracia revolucionaria.

La guerra imperialista ha acelerado los desarrollos de manera fantástica. Si no hubiera sido por esta guerra, los socialista-revolucionarios y mencheviques podrían haber suspirado por décadas por los puestos ministeriales. La misma guerra, sin embargo, está urgiendo mayores desarrollos, porque plantea los problemas de una manera revolucionaria en lugar de una manera reformista.

Los partidos Socialista-revolucionario y Menchevique podrían haber dado a Rusia muchas reformas, de acuerdo con la burguesía. Pero la situación objetiva de la política mundial es revolucionaria y no puede ser enfrentada con reformas.

La guerra imperialista está aplastando a los pueblos y amenaza con aplastarlos completamente. Quizá los demócratas pequeño-burgueses puedan impedir el desastre por un corto tiempo. Pero sólo el proletariado revolucionario puede impedir un final trágico.

miércoles, julio 8

La ofensiva Kerensky

...Alexander Kerensky que se hizo notable en la Duma de preguerra como socialista moderado, fue designado ministro de guerra en el Gobierno Provisional del Príncipe Lvov el 3 (16) de mayo. Entonces planeó una “ofensiva revolucionaria” con el objetivo de recapturar Lemberg (Lvov). El principal esfuerzo del Sétimo Ejército al norte del río Dniester, iba a ser apoyado por el Décimoprimer Ejército en un ataque dirigido contra Zloczow (Zoloxhiv). En un frente de unas 40 millas (64 km), los rusos concentraron cañones: 370 pesados, 158 medios y 800 ligeras. Desafortunadamente, este número sin precedentes de cañones significó que las tácticas usadas en la Ofensiva Brusílov de 1916 –tomando la oposición mediante un ataque sorpresa después de un bombardeo ligero– fueron rechazadas a favor de un bombardeo de saturación.

Desde el principio, dos problemas mayores amenazaron en convertir la ofensiva en un desastre. Primero, en Rusia revolucionaria ningún plan de campaña podía mantenerse en secreto. A fines de mes, los alemanes tenían un detallado conocimiento del plan, dándoles tiempo para preparar posiciones defensivas. Segundo, los preparativos rusos fueron lamentablemente inadecuados. La cooperación entre la artillería y la infantería fue mínima, las reservas fueron ubicadas demasiado lejos del frente, las áreas de retaguardia fueron congestionadas con inútiles divisiones de caballería, y los comandantes, estados mayores y formaciones cambiaron constantemente. Hubo también una creciente división en el ejército que parecía, según un observador, una sociedad de debates en lugar de una organización militar.

Etapas iniciales de la ofensiva

Dos días de bombardeos preliminares fueron seguidos, el 18 de junio (1 de julio), por ataques de infantería. Los alemanes se retiraron a su segunda línea defensiva y los ataques rusos fueron generalmente cortados en partes. En pocos lugares tuvieron éxito en romper hacia la tercera línea alemana, y hubo un feroz combate cerca de Bresany (Berezhany) y Lysonia, las dos posiciones alemanas más fuertes. Sin embargo, los rusos estaban exhaustos y fueron subsecuentemente superados.

El Decimoprimer Ejército tuvo algunas ganancias contra los austro-húngaros. Al sur del Dniester, un Tercer Ejército austro-húngaro mal preparado fue vencido y obligado a retirarse 30 millas (50 km) hacia Lomnica, con lo cual el Octavo Ejército ruso aseguró Halicz (Galich) el 29 de junio (12 de julio). Pero eso representó poco al lado del fracaso en todo el frente: el 23 de junio (6 de julio) el principal esfuerzo ruso había terminado.

Contraofensiva alemana

Los problemas que dificultaron el ataque ahora se combinaban con el arribo de ocho divisiones alemanas en Galicia. Con esas fuerzas los alemanes lanzaron una contraofensiva el 6 (19) de julio. Tarnopol (Ternopil) fue tomada el 13 (26) de julio y Czernowitz el 21 de julio (3 de agosto). El general Kornílov –nombrado comandante en jefe en lugar de Brusílov el 19 de julio (1 de agosto)– intentó reconstituir la defensa rusa con la ayuda de una draconiana disciplina que resultó en miles de ejecuciones sumarias. El ejército ruso estaba, sin embargo, al borde de la desintegración.

La ofensiva de Riga

El 19 de agosto (1 de septiembre) el Octavo Ejército alemán de Hutier atacó al Duodécimo Ejército de Kornílov alrededor de Riga, en el Báltico. El plan alemán fue cruzar el Dvina sobre el puerto y avanzar al noreste amenazando Petrogrado –mientras giraba hacia el oeste para eliminar la saliente de Riga. Después de un breve bombardeo, en el que bombas de gas y humo fueron lanzadas hacia las posiciones rusas en el lado norte, tres divisiones alemanas cruzaron sobre pontones.

Ellas se dirigieron al oeste a capturar Riga, que los rusos evacuaron el 20 de agosto (2 de septiembre) cuando empezaron una veloz retirada. Los alemanes ocuparon el puerto el 23 de agosto (5 de septiembre) y durante las tres siguientes semanas persiguieron a los remanentes del ejército ruso a lo largo del Dvina. Ellos abandonaron sus planes de avanzar hacia Petrogrado cuando se hizo claro que el Gobierno Provisional ruso –dirigido por Kerensky como primer ministro desde el 7 (20) de julio– estaba al borde del colapso.

Extraído de “World War I” de H.P. Willmott, Covent Garden Books, 2006, pp.228-230. Traducción propia.

martes, julio 7

El desconocido Stalin


Por lo menos desde 1912, Stalin era indiscutiblemente el principal líder bolchevique en Rusia. En aquel año entra a formar parte del Comité Central, pero es la cabeza del Buró Ruso del Partido Bolchevique desde 1909. El mismo 1912 dirige la campaña electoral a la IV Duma, que consigue que seis obreros bolcheviques sean elegidos diputados. Consecuentemente, se hace cargo de la fracción bolchevique en la Duma y, junto al joven Molotov, funda Pravda, el periódico legal del Partido del que sería editor. En 1913 sería arrestado y enviado al exilio en Siberia, cerca del círculo polar ártico, donde permanecería hasta 1917, cuando sería liberado por la revolución de Febrero.

La importancia de Stalin, en los años previos a Octubre, es corroborada públicamente por Lenin en mayo de 1917, en su testimonio ante la comisión gubernamental que investigaba el caso del agente de la Ojrana zarista, Roman Malinovsky, infiltrado en el CC Bolchevique. “No había muchos miembros del Comité Central en Rusia; después de todo Zinoviev y yo vivíamos en el extranjero. De los hombres locales, Stalin (Jugashvili) estaba en prisión o en el exilio la mayor parte del tiempo” (Richard Pipes, ed., The Unknown Lenin, Yale University Press, 1996, p.19).

Stalin era una figura conocida entre los bolcheviques de jerarquía y en el movimiento revolucionario del Cáucaso; fuera de ellos, muy poca gente sabía de él. Los mencheviques georgianos Chjeídze y Tsereteli, líderes del Soviet que nació con la revolución de Febrero, conocían y habían enfrentado a Stalin desde 1902. Lo mismo se puede decir de Noé Jordania, menchevique y futuro presidente de la República Soviética de Georgia en 1921. La menchevique Tatiana Vulikh decía que Koba Stalin “era el verdadero jefe del Cáucaso” y que sus seguidores lo respetaban y le seguían como la segunda persona en el Partido después de Lenin. Era 1908 y Stalin se encontraba en Bakú, donde entonces se producía la mitad del petróleo del mundo y era crucial para la vida rusa y mundial. El Cáucaso era una de las regiones donde el movimiento revolucionario tenía mayor desarrollo en el imperio ruso. Y en relación a la cuestión nacional, la opresión zarista sobre nacionalidades no rusas, Georgia y Polonia se hacían notar en esa “cárcel de pueblos” que era Rusia.

Fuera de ese círculo, era difícil que otros siguieran su trayectoria. Cambiaba de seudónimo con mucha frecuencia, y a veces tenía varios al mismo tiempo según la actividad que iba a realizar. También cambiaba de domicilio y de ciudad con asiduidad. Incluso la Ojrana, siendo tan detallista y minuciosa en sus registros, tenía dificultades para identificarlo. Lenin mismo tuvo que preguntar alguna vez a Rusia cuál era el verdadero apellido de Stalin. Esto era comprensible. Los emigrados que vivían en Europa tenían más libertad de acción y aunque no podían confiarse, conservaban sus seudónimos durante mucho tiempo: Lenin, Mártov, Zinoviev, Kámenev, Trotsky, etc., se repetían todos los años. Los que vivían en Rusia no podían darse ese lujo, tenían que hacer todo lo posible por despistar a la Ojrana. En toda su vida política, Stalin fue apresado ocho veces, fugándose siete; más que cualquier otro revolucionario ruso. Y eso que, como pocos, él era uno de los militantes que tomaba las más estrictas medidas de seguridad.

En 1917, cuando triunfó la revolución de Febrero y se establecieron las libertades políticas en Rusia, salen a la luz todos los que habían estado emigrados, exiliados, presos y en la clandestinidad. Muchos continuaron usando sus seudónimos para ser reconocidos. Stalin había adoptado su seudónimo definitivo en 1912, pocos meses antes de ser detenido y sacado de circulación hasta 1917. Por eso, al llegar a Petrogrado, en marzo de 1917, su nombre decía muy poco a la mayoría. Sólo lo conocían los líderes y algunos mandos medios.

Por otro lado, el debate ideológico y político se dio principalmente en los círculos de emigrados radicados en Europa. Los principales periódicos y revistas socialdemócratas se editaban fuera de Rusia, debido a la censura, y pocos llegaban a ingresar ilegalmente a suelo ruso. Los más importantes líderes revolucionarios vivían afuera, en las principales ciudades europeas. En ellas habían comunidades rusas tan grandes que los emigrados no se sentían obligados a aprender el idioma del país que los acogía: se hablaba ruso y tenían sus periódicos escritos en su propia lengua. Los revolucionarios emigrados se frecuentaban y reunían para discutir las últimas nuevas de Rusia. Aunque discrepaban entre sí, no era raro que mencheviques y bolcheviques se reunieran a conversar informalmente, departieran juntos. Esto creaba un clima de familiaridad entre ellos, como si fuera una especie de círculo cerrado. algo que a Lenin no le gustaba.

En sus escritos sobre la historia de la revolución rusa y sus notas autobiográficas, Trotsky transmite ese ambiente sin proponérselo. Cuando se refiere a Stalin y a Sverdlov en 1917, hace énfasis en que “nadie” los conocía. Y con esto lo que realmente quiere decir es que Plejánov o Mártov o Axelrod o Liber o Dan, etc., etc., o él mismo -todos los nombres familiares de la emigración- no conocían a gente como Stalin o Sverdlov (que se quedaron en Rusia). En consecuencia, “nadie” los conocía. Obviamente, la observación con respecto a Stalin tiene como objetivo hacer de él un “aparecido” o “un recién llegado” en la política, sin trayectoria y sin credenciales para ser el líder de la revolución. Pero entonces cómo se explica que este "desconocido" meses antes de la revolución de Octubre era miembro del recién creado Buró del Comité Central bolchevique junto a Lenin, Kámenev y Zinoviev.

Cuando se revisan los escritos de Trotsky uno se encuentra con sorpresivas referencias a acciones en las que Stalin tuvo un papel importante antes de la revolución. Estas contradicen su deliberada mentira cuando dice que Stalin “pasó 1905 en una oficina sin pretensiones escribiendo deslucidos documentos sobre brillantes eventos”. Dos ejemplos. En 1902, cuando Stalin dirigía el movimiento en Batumi, las acciones de masas habían alcanzado un nivel notable y llamaban la atención de toda Rusia. Stalin estaba en pugna con los vacilantes Chjeídze y Jordania sobre las formas de lucha del movimiento en ese momento. En marzo, los obreros se declararon en huelga. El gobernador amenazó: “O regresan al trabajo o a Siberia”. La policía detuvo a varios líderes provocando la indignación de los trabajadores que salieron en manifestaciones. Stalin y los suyos estaban a la cabeza. La población se unió a ellos dirigiéndose a la prisión a liberar a los presos. Pero un infiltrado delató el plan y los cosacos sorprendieron a los manifestantes, provocando una masacre de obreros. Trotsky escribió acerca de estos eventos: “Conmocionó a todo el país”.

En 1905, año en que Trotsky se haría famoso en San Petersburgo, la revolución tuvo un carácter más dramático, más violento y más heroico en Moscú y en el Cáucaso. Los bolcheviques que no tuvieron un rol dominante en San Petersburgo, tuvieron el liderazgo en Moscú y el Cáucaso, donde se desarrollaron enfrentamientos armados con las tropas. La revolución en Moscú sólo pudo ser debelada con la participación de regimientos llegados desde San Petersburgo. Por su parte, en el Cáucaso, eran conocidos los destacamentos de combate bolcheviques, especialmente el de Chiatura. Stalin y demás dirigentes iban de una ciudad a otra planeando, organizando y dirigiendo las acciones. En Tiflis, en particular, el virrey sólo controlaba la parte central de la ciudad, mientras que el resto “estaba en las manos de obreros armados”, según anotaba Trotsky, patrullando las calles bajo la forma de milicias. El comando bolchevique estaba bajo la dirección de Stalin, Tskhakaya (mentor de Stalin y compañero de Lenin en el regreso a Rusia en el tren precintado de 1917) y Mdivani (que luego sería parte del Soviet de Georgia bajo la dirección bolchevique en 1922). En noviembre de 1905, Tiflis era como diría Trotsky una “caldera hirviente” al borde la guerra civil. En la Conferencia de Tammerfors de diciembre de 1905, Stalin diría con razón que entre los presentes él era “el único que había organizado y dirigido hombres en combate”.

Evaluando los sucesos violentos de la revolución de 1905, principalmente dirigidos por bolcheviques, Plejánov concluiría: “No debieron haber tomado las armas”. Lenin respondería que las debieron haber tomado “con más firmeza, audacia y decisión”.

Stalin también era conocido por haber organizado las más sorprendentes acciones de expropiación a la burguesía para obtener fondos para el Partido. Estas acciones eran realizadas por todos los partidos revolucionarios: bolcheviques, mencheviques y socialista-revolucionarios. Pero los intelectuales mencheviques lograron que el Congreso de Londres en 1907 prohibiera estas actividades. En 1908, los mencheviques del Cáucaso acusaron a Stalin ante el Partido de haber seguido con las expropiaciones. La comisión nombrada para investigar el hecho se reunió en Ginebra. En aquella reunión, Mártov se despachó contra Lenin. El menchevique a cargo del relato empezó a nombrar a los bolcheviques que participaron en los eventos, diciendo que “todos estos actos estaban bajo la dirección del camarada Koba (Stalin)”. En ese momento Lenin interrumpió abruptamente al orador, advirtiéndole “¡No dé el nombre familiar de éste último!”. “No lo haré”, respondió el espetado, “pero todos sabemos que él es bien conocido como el Lenin del Cáucaso”. (Extraído de “Young Stalin” de Simon Sebag Montefiore). Este autor agrega: “si era necesaria alguna prueba de su relación (Lenin-Stalin) tan temprana como 1907-8, la protección de Lenin a Stalin lo demuestra”.

Pese a lo mucho que se ha escrito sobre Stalin, una biografía seria del líder bolchevique espera aún ser escrita. La abrumadora cantidad de “biografías” han sido escritas por historiadores burgueses y trotskistas, todos declaradamente anti-stalinistas, prejuiciados ideológica y personalmente. La mayoría -faltando a los métodos de la historia como disciplina- sigue lo escrito por Trotsky, que a todos luces es prejuiciado y tiene como objetivo justificar su derrota en la lucha por el poder. Tampoco se trata de escribir un panegírico. Se trata de poner las cosas en su lugar, haciendo uso además de nuevas fuentes escritas y documentales a disposición de los historiadores.

DR

lunes, julio 6

Kronstadt amenaza con usar la fuerza

Petrogrado (23 de junio de 1917).- El descontento en relación con la incursión en la villa Durnovo también alcanzó a la base naval de Kronstadt. Dado que algunos de los arrestados en ese operativo son marineros, se ha creado un clima tenso en Kronstadt, en parte debido a la propaganda anarquista.

En una serie de mítines de masas, realizados los días 21, 22 y 23 de junio, decidieron que a menos que los marineros arrestados sean liberados, las tropas de Kronstadt emplearán la fuerza para liberarlos.

Los marineros también amenazaron con tomar como rehenes a miembros de la comisión del Gobierno Provisional que investiga el aprisionamiento en Kronstadt de ex oficiales navales zaristas. La comisión viene conduciendo audiencias en relación a ese caso, desde mayo, y ha liberado un alto porcentaje de prisioneros, lo que ha provocado el disgusto de la mayoría de marineros.

El estribillo “Lenin y Trotsky”


Trotsky había regresado a Rusia el 4 de mayo de 1917. Los bolcheviques estaban a la cabeza del primer evento político de masas en protesta contra la política anexionista del Gobierno Provisional, expresada en la Nota diplomática de Miliukov.

Trotsky se incorporaba a su pequeña organización, el Comité Inter-Distrital, una federación de intelectuales que se habían apartado de bolcheviques y mencheviques, para trabajar por la unidad de las fracciones del POSDR. Venía precedido de la fama de haber sido “presidente” del Soviet de San Petersburgo en 1905, aunque realmente lo fue por unos pocos días, al ocupar el cargo vacante por prisión del verdadero presidente y antes de ser arrestado junto a los otros líderes del Soviet al sofocarse la rebelión.

Aunque vacilaba en su actitud ante los mencheviques y eseristas que dirigían el Soviet de Petrogrado, no estaba de acuerdo con la posición defensista de éstos. Ahora estaba más cerca políticamente de los bolcheviques pero se rehusaba a unirse a ellos. Era difícil superar los viejos odios y animadversiones. Lenin lo puso de otro modo: “Ambición, ambición y ambición”.

Trotsky no tenía mayor relación con los bolcheviques cuando la prensa burguesa y menchevique empezó a hablar de “Lenin y Trotsky” en mayo de 1917. A Lenin se le conocía por ser el líder de los bolcheviques y a Trotsky por su breve pero famoso papel en el Soviet de 1905. En esta oportunidad, 1917, ambos coincidían políticamente. Eran la izquierda de la izquierda y al nombrarlos juntos estaban sumando a un hombre de Partido con un nombre “célebre”. No eran compañeros de armas, sólo coincidían en posiciones políticas. De ahí en adelante se hablaría de ellos como si fueran una unidad, que no lo eran; como si tuvieran el mismo pensamiento político, que no lo tenían; como si fueran ideológicamente idénticos, que no era cierto; como si uno fuera el alter ego del otro, que no era verdad.

Los corresponsales extranjeros se encargarían de difundirlo en la prensa mundial, entre ellos John Reed. El mundo no sabía con certeza qué pasaba en Rusia pero todos mencionaban los nombres “Lenin y Trotsky” juntos, sin saber casi nada de ellos. Lenin era un mito; incluso en Rusia, casi muy pocos lo habían visto personalmente y era difícil llegar a él, sobre todo después de julio de 1917, cuando tuvo que permanecer oculto hasta Octubre. Lo único que se tenía claro era su condición de líder de “los bolcheviques”, el partido más radical de Rusia. Trotsky, por el contrario, se exhibía donde podía, concedía entrevistas sin mayor problema para beneplácito de los corresponsales, era muy accesible. Al hacer sus despachos unían los nombres del mito (Lenin) y del hombre al alcance de la mano (Trotsky) para transmitir ese sentido de apego simultáneo a la leyenda y a la realidad.

El británico Bruce Lockhart, que se entrevistó con líderes bolcheviques, incluyendo Lenin y Trotsky, escribió con esa capacidad de síntesis que se observan en los informes que los agentes diplomáticos envían a sus gobiernos: “El [Trotsky] me impresiona, es un hombre que voluntariamente moriría luchando por Rusia, siempre que se le asegure una gran audiencia que lo vea hacerlo”.

Se hizo costumbre asociar los nombres de los dos revolucionarios después de que, en mayo de 1917, Miliukov y los Cadetes del Gobierno Provisional difundieron el rumor de que “Lenin y Trotsky” eran espías alemanes, es decir agentes de los enemigos de Rusia en la guerra. Un cargo bastante serio que significaba traición a la patria. Después de todo, Lenin había regresado a Rusia viajando en un tren que atravesó territorio alemán con el permiso del Káiser. Y Trotsky había sido acusado de ser pro-alemán aún antes de pisar suelo ruso, además de haber confraternizado con prisioneros alemanes durante su reclusión en un campo de prisioneros británico. De todas formas. siempre que la burguesía quería satanizar a los internacionalistas les atribuía una serie de cargos que seguían a los nombres de los dos líderes.

El estribillo “Lenin y Trotsky” es repetido ahora por los historiadores burgueses, con mucha insistencia. Conocen los hechos históricos pero persisten como por inercia con ese cantilena. Esto alcanza niveles grotescos cuando lo hacen los hagiógrafos como Isaac Deutscher. Es evidente que se hace a propósito, con el interés de machacar una “sociedad” entre ambos personajes, incluso desde tiempos en que no existían las bases de esa sociedad. La idea es establecer la “legitimidad” de Trotsky como heredero de Lenin, debido a su supuesta “cercanía” al líder de los bolcheviques y a su condición de ser "uno de los dos" que “hicieron” la revolución según la concepción burguesa de la historia.

Deutscher es patético a lo largo de su apología de Trotsky. Lo es, por ejemplo, cuando relata los sucesos de la cancelación de la manifestación del 10 de junio que los bolcheviques habían preparado en secreto, sin informar a nadie fuera del Partido –incluyendo a Trotsky y su grupo– y sin informar tampoco a la propia fracción bolchevique del Congreso de los Soviets. Hasta el último momento. El Congreso de Soviets al tomar conocimiento de los preparativos, en la víspera, prohibió la manifestación, obligando a los bolcheviques a cancelarla. Y he aquí lo que Deutscher dice:

“Ni Lenin ni Trotsky querían desafiar la prohibición. Ellos decidieron (¿?) someterse a la decisión de la mayoría, cancelar la manifestación y explicar su actitud en un manifiesto especial”. (The prophet armed, p. 222, s.n.)

Este fragmento deja entrever que Lenin y Trotsky habían concertado la manifestación bolchevique del 10 de junio, cuando Trotsky no era todavía miembro del Partido y vacilaba con incorporarse a él. En la reunión del Comité de Petersburgo, Zinoviev explicando la posición del Comité Central sobre la cancelación de la manifestación, precisa que el Partido no informó al Comité Inter-Distrital de Trotsky sobre los preparativos.

Este mismo fragmento no sólo sugiere sino que afirma –faltando a la verdad– que Lenin y Trotsky “decidieron” aceptar la decisión del Soviet, “decidieron” cancelar la manifestación y “decidieron” suscribir un manifiesto especial, como si hubiesen tomado decisiones juntos. Los bolcheviques aceptaron la prohibición del Soviet y aprobaron la cancelación de la manifestación en reunión del CC en la madrugada del 10 de junio, luego de la reunión del Congreso de Soviets, sin consultar o coordinar con Trotsky. Por otro lado, los bolcheviques presentaron en el Congreso de los Soviets una declaración en minoría pero luego, como es usual en congresos, decidieron aunarse a la presentada por Trotsky que se basaba en la bolchevique pero era más digerible para la mayoría menchevique y socialista-revolucionaria

El hecho claro es que Deutscher presenta las cosas como si Trotsky hubiera tenido alguna participación decisiva en este evento y como si su peso político en ese momento en Rusia fuera importante. Las decisiones fueron tomadas por Lenin y su Partido, sin ninguna consulta con Trotsky, que recién después de la manifestación del 18 junio decidiría su incorporación al Partido bolchevique. Si los bolcheviques –como decía Lenin- eran aún una “minoría insignificante” en los Soviets, Trotsky y sus inter-distritales no existían y no tenían futuro (fuera del partido bolchevique).

Referencias de este tipo a “Lenin y Trotsky” son recurrentes en muchas obras “especializadas”. Eso no significa, sin embargo, que ese tipo de referencia como dijimos arriba no existiera en la época de la revolución. Por supuesto que existían. Así por ejemplo, a fines de junio de 1917, cuando el periodista Claude Anet servía de guía al recién llegado embajador de Francia en Rusia, apuntó al distrito Vyborg, donde los bolcheviques tenían su base proletaria, y dijo: “Si Lenin y Trotsky quisieran tomar Petrogrado, no hay nada que los detenga”. (citado por Orlando Figes, “A people’s tragedy”, Penguien Books, 1996. p. 421). Fines de junio, es sólo un semana y media después de la manifestación del 18 de junio que el Congreso de Soviets convocó luego de que los bolcheviques cancelaran la del día 10 (aquella que los bolcheviques no informaron a Trotsky). En ese momento, Trotsky ya había decidido unirse al Partido Bolchevique, luego de ver la capacidad de convocatoria de los bolcheviques en la exitosa manifestación del 18. Pero Trotsky no era miembro del Partido y Lenin aún no lo tomaba en cuenta a la hora de organizar las acciones políticas del Partido, como lo demuestran los hechos acaecidos el día 4 de julio, día de la manifestación armada en la que los bolcheviques tuvieron mucho que ver. Pero esa referencia demuestra que el estribillo “Lenin y Trotsky” ya circulaba por todos los medios en Rusia pese a no tener base.

Cuando los bolcheviques hacen a Trotsky presidente del Soviet, su notoriedad se multiplica y es visto como la cabeza de la revolución. Esto solidifica el estribillo “Lenin y Trostsky”, que alcanza “justificación” y contenido con el triunfo de Octubre. Cuando se nombra al primer Consejo de Comisarios del Pueblo, salen a la luz nombres completamente desconocidos para el público e incluso para el ambiente político de Petrogrado. Los nombres conocidos por el público eran de aquellos líderes que participaban en las sesiones del Soviet: Trotsky, Kámenev, Lunacharsky, Zinoviev. De ahí que a veces se hablaba de “Lenin, Trotsky y Lunacharsky”, otras de “Lenin, Kámenev y Zinoviev”, a veces de “Lenin, Trotsky y Kámenev”, y no en pocas se mencionaba también a Kollontai. No sólo en Rusia sino en el exterior. En la prensa comunista y burguesa de la época no es difícil encontrar la expresión “Lenin, Trotsky y Lunacharsky” para referirse a los bolcheviques. Poco después del triunfo de Octubre, se vendían postales con las fotos de los políticos revolucionarios conocidos por el gran público: Lenin, Kámenev, Trotsky, Zinoviev, Kollontai, Spiridinova (la líder de los eseristas de izquierda).

Ser figura en el Soviet era garantía para ser conocido por el público en general y por la prensa extranjera. Si no se estaba allí prácticamente no se existía para los periodistas. Y esa era una época donde el periódico era el principal medio de comunicación de masas. Por eso para el mundo fue una sorpresa que después de la muerte de Lenin, aparecieran otros nombres, menos conocidos, disputándole el poder a quien consideraban el heredero “natural” de la jefatura del Estado ruso, a la otra mitad de "Lenin y Trotsky".

Después de la toma del poder, Trotsky fue nombrado Comisario de Asuntos Exteriores. Ese puesto lo puso claramente ante los ojos del mundo como "el" representante de la revolución rusa. La actividad de su comisariato era básicamente propagandística, incluso en los momentos más críticos como Brest Litovsk; usando todas las tribunas posibles para agitar el movimiento revolucionario con el fin de que la Revolución se desencadene y triunfe en Europa, condición para que la revolución rusa pueda sostenerse. Sus discursos y desplantes revolucionarios concitaban la atención de la prensa y eran las delicias de los simpatizantes de la revolución rusa alrededor del mundo. Entonces, la expresión “Lenin y Trotsky” parecía reflejar bien, a los ojos de muchos, esa sociedad entre el diseñador de la política y el ejecutor de la misma. Por supuesto que hubo momentos en que la expresión “Lenin y Trotsky” tenía asidero pero no en el sentido que historiadores burgueses y trotskistas le dan.

DR

domingo, julio 5

Lenin: la cadena de eventos será como sigue...

N.I. Podvoisky -junto a Nevsky, líder de la Organización Militar Bolchevique- cuenta en sus memorias que dos horas después de la manifestación del 18 de junio, el Comité Central del Partido tuvo una reunión no oficial. El entusiamos de la victoria bolchevique en la manifestación y las noticias de la ofensiva en el frente habían provocado un estado de agitación entre la masa de soldados que exigían la toma inmediata del poder. En la Conferencia de Toda Rusia de la Organización Militar Bolchevique, iniciada el 16 de junio, los delegados exigían que se constituyan en estado mayor operativo del levantamiento armado que debería realizarse ya.

Preocupado, Podvoisky le preguntó a Lenin: ¿qué hacer? “Tenemos ante nosotros una cadena de eventos que indudablemente requerirá tomar pasos firmes... las masas exigirán una demostración de fuerza”.

Lenin respondió urgiendo la máxima cautela de la Organización Militar y anticipando los hechos que se sucederían:

Lenin señaló que el proletariado no ha ganado nada de la manifestación. “[El proletariado] debe enterrar la ilusión de la posibilidad de una transferencia pacífica del poder a los Soviets. El poder no es transferido, es tomado con las armas. La cadena de eventos será como sigue: la burguesía, reconociendo la fuerza de nuestra organización, tomando en cuenta la velocidad con que las masas se están involucrando, no nos dará la oportunidad de finalmente apoderarnos de ellas y ejercerá toda su fuerza para provocar que esas masas salgan en una manifestación que llamaría a la represión, que los quebraría y dividiría. Debido a esto debemos preocuparnos en organizar de la forma más intensa posible dándoles una consigna definida –la consigna de la imposibilidad de ganar el poder por medios pacíficos. Es necesario dar instrucciones al proletariado para que toda la organización de su fuerza, en último análisis, es para un levantamiento armado, si no en días, si no en las semanas venideras, entonces en cualquier momento en un futuro cercano”.

Siguiendo la evaluación de Lenin, los líderes de la Organización Militar enfrentaron el problema de la preparación del proletariado que fue planteada ante la Conferencia de la Organización Militar. Se dijo a los delegados que no se pongan en las manos del gobierno realizando un levantamiento desorganizado y prematuro sino prepararse para un enfrentamiento decisivo “si no en días, si no en las semanas siguientes, entonces en cualquier momento del futuro cercano”.

Reunión no oficial de la dirección bolchevique

Petrogrado, 22 de junio (5 de julio) de 1917

Reunión conjunta no oficial del Comité Central, Comité Petersburgo y Organización Militar del Partido Bolchevique



La reunión fue solicitada por la Organización Militar para evaluar la posibilidad de una manifestación armada contra el Gobierno Provisional. Debido a la ausencia, por diferentes motivos, de muchos miembros del CC y del Comité Petersburgo la reunión no puede ser considerada oficial.

Se encuentran presentes, además, todos los regimientos “bolcheviques”: Primero de Ametralladoras, Sexto de Ingeniería, 180º de Infantería de Reserva, Primero y Tercero de Infantería de Reserva, Egersky y Granaderos, entre otros.

Tema de agenda: la situación actual.

Semashko del Primer Regimiento de Ametralladoras y Sajárov del Primer Regimiento de Infantería de Reserva, expresan que los requerimientos de tropas por el Gobierno, son intentos ligeramente disfrazados para dividir y someter a los regimientos más revolucionarios. Debido a las garantías que dio el Gobierno Provisional en marzo, esas órdenes son ilegales y no deben ser cumplidas. Esta posición categórica es apoyada por Beliakov del Buró de la Organización Militar de Toda Rusia, así como por muchos oradores.

Con una excepción, todos los representantes de los regimientos enfatizan el enorme poder a disposición del Partido en el momento actual. Semashko, comandante de facto, de 15,000 ametralladores, dice que el Comité Petersburgo y el CC adolecen de una “clara comprensión” de la fuerza del Partido. “Casi toda la guarnición está con nosotros”. Sajárov agrega: “los discursos de los soldados se reducen al hecho de que todos ellos exigen operaciones activas y están en contra de limitarse a aprobar resoluciones”.

Entre los representantes de unidades de la Organización Militar, sólo M.M. Lashevich, oficial del Primer Regimiento de Ametralladoras y miembro del Soviet de Petrogrado, habla en apoyo de la posición del CC. “Debemos ahora ser especialmente cuidadosos y mesurados en nuestras tácticas, pero en los discursos de los últimos días esto es precisamente lo que se está perdiendo. Frecuentemente, es difícil establecer dónde termina el bolchevique y empieza el anarquista”.

Beliakov dice que la posición de Lashevich es “sorprendente”, el descontento en los regimientos y las actividades de los soldados bolcheviques no son causa de alarma. “En mi opinión, la crisis política se está resolviendo a nuestro favor. Sostengo que el fermento en los regimientos es sólo consciencia del punto de viraje”.

Stukov del Comité Petersburgo, dice: “La política de contener a las masas ya no es satisfactoria”. M.M. Jaritonov, también del Comité Petersburgo, sostiene que la mesura está bien y es buena pero las concesiones son imposibles. “Debemos estar preparados para luchar aun cuando no lo deseemos”.

La reunión por ser no oficial no aprueba ninguna resolución.

¿En qué estado han puesto a la revolución los socialista-revolucionarios y mencheviques? (Lenin)

Pravda Nº 88 del 22 de junio (5 de julio) de 1917

La han puesto en un estado de sumisión a los imperialistas.

La ofensiva es la reanudación de la guerra imperialista. Nada esencial ha cambiado en las relaciones entre los dos grandes bloques capitalistas que están en guerra entre sí. Incluso después de la Revolución del 27 de Febrero, Rusia permanece bajo el completo dominio de los capitalistas que están ligados al capital imperialista anglo-francés por alianzas y antiguos tratados secretos zaristas. La economía y la política de la continuación de la guerra son las mismas que antes: la mismas vida económica dominada por el viejo capital bancario imperialista y los mismos tratados secretos, la misma vieja política exterior de alianzas de un grupo de imperialistas contra otro.

Las frases vacías de los mencheviques y socialista-revolucionarios siguen siendo frases vacías; en la práctica sólo sirven para adornar la reanudación de la guerra imperialista que con mucha naturalidad recibe entusiastas aullidos de aprobación de todos los contrarrevolucionarios, de toda la burguesía y de Plejánov “que va a la zaga de la prensa burguesa” (como dice el menchevique Rabochaya Gazeta, que a su vez se pone a la zaga de toda la horda de social-chovinistas).

Pero no debemos pasar por alto las características peculiares de esta particular reanudación de la guerra imperialista. La reanudación ocurre luego de tres meses de vacilaciones, durante el cual la masa de obreros y campesinos miles de veces expresaron su condena a la guerra de conquista (a la vez que en la práctica continuaban apoyando al gobierno de la burguesía depredadora empeñada en la conquista). Las masas vacilaron, aunque ellas aprobaron en casa el consejo que el llamamiento del 14 de marzo a los pueblos del mundo dio a otros pueblos: “¡Rehúsense a servir como herramientas de conquista y violencia en las manos de los banqueros!” Pero aquí en casa, en la Rusia “democrática revolucionaria”, las masas han permanecido en la práctica como instrumentos de conquista y violencia en “las manos de los banqueros”.

Una característica distintiva de esta situación es que fue creada por los partidos socialista-revolucionario y menchevique en momentos en que el pueblo gozaba comparativamente de una gran libertad de organización. Son esos partidos los que han ganado la mayoría en la actualidad: el Congreso de los Soviets de Toda Rusia y el Congreso de Campesinos de Toda Rusia han probado indudablemente esto.

En el momento actual, esos partidos son los responsables de la política de Rusia.

Esos partidos son los responsables de la reanudación de la guerra imperialista, responsables de cientos de miles de vidas sacrificadas virtualmente con el objetivo de que ciertos capitalistas puedan “ganar” a otros capitalistas, y responsables por el agravamiento del caos económico resultado inevitable de la ofensiva.

Aquí tenemos, en su forma más pura, el auto engaño de las masas pequeño burguesas y el engaño de que son objeto de parte de la burguesía con la ayuda de los socialista-revolucionarios y mencheviques. Esos partidos dicen ser “demócratas revolucionarios”. Pero de hecho están poniendo el destino del pueblo en las manos de la burguesía contrarrevolucionaria, los Cadetes; han desertado de la revolución para continuar la guerra imperialista; y han desertado de la democracia para hacer “concesiones” a los Cadetes en el problema del poder (por ejemplo, la “confirmación” desde arriba de las autoridades elegidas por la población local), en el problema de la tierra (la renuncia de los mencheviques y socialista-revolucionarios a su propio programa: el apoyo a las acciones revolucionarias de los campesinos, incluyendo la confiscación de las haciendas) y en la cuestión nacional (defensa de actitudes antidemocráticas de los Cadetes hacia Ucrania y Finlandia).

La pequeña burguesía no puede evitar vacilar entre la burguesía y el proletariado. Este ha sido el caso en todos los países, especialmente entre 1789 y 1871, Y este es también el caso de Rusia. Los mencheviques y socialista-revolucionarios han inducido a las masas a someterse a la política de la burguesía contrarrevolucionaria.

Ese es el meollo del asunto. Ese es el significado de la ofensiva. Esa es la peculiaridad de la situación: no es la violencia sino la confianza en los socialista-revolucionarios y mencheviques la que ha extraviado al pueblo.

¿Será por mucho tiempo?

No. Las masas aprenderán de su propia experiencia. La triste experiencia de la nueva de etapa de la guerra (etapa que ya empezó), de la ruina acentuada por la ofensiva, conducirá inevitablemente a una caída política de los partidos socialista-revolucionario y menchevique.

La tarea del partido obrero es, ante todo, ayudar a las masas a entender y tomar la evaluación apropiada de esta experiencia, prepararse adecuadamente para esa gran caída que mostrará a las masas su verdadero líder: el proletariado urbano organizado.