jueves, agosto 6

La victoria de los demócrata-constitucionalistas (Stalin)

Rabochi i Soldat Nº 2 del 24 de julio (6 de agosto) de 1917

A lo que parece, el carrusel ministerial no ha dejado todavía de girar. El chalaneo entre los demócratas constitucionalistas y Kerensky no ha cesado. Las “combinaciones” se suceden, una tras otra.

Naturalmente, los demócratas constitucionalistas entrarán en el gobierno, pues todo se hace según sus instrucciones. Es posible que Chernov quede. A Tsereteli, por lo visto, ya “no lo quieren”. Tsereteli “era necesario” para desarmar a los obreros. Con el desarme de los obreros su papel ha terminado. “El moro ha cumplido su obra, el moro puede retirarse”. Le sustituirá Avxéntiev.

Pero no es cuestión, claro está, de personas. ¡Qué más da que sea Chernov, Tsereteli o cualquier otro por el estilo! ¿Quién ignora que esos zimmerwaldistas de pacotilla han servido a la causa del imperialismo tan bien como los Henderson y los Thomas?

Repito que no es cuestión de personas.

Se trata de que en todo ese ajetreo, en esa caza de carteras, etc., cuyo fondo es la lucha por el Poder, ha vencido la línea de los demócratas constitucionalistas, la línea de la contrarrevolución en la política interior y de “guerra hasta el fin” en la política exterior.

El problema, como se sabe, estaba planteado así:

O continuar la guerra, en cuyo caso dependeríamos completamente del mercado monetario de Inglaterra y de Norteamérica, dominarían los demócratas constitucionalistas y veríamos frenada la revolución, porque ni los demócratas constitucionalistas ni el capital “aliado” pueden simpatizar con la revolución rusa.

O entregar el Poder a la clase revolucionaria, romper los grilletes financieros del capital aliado, que tienen encadenada Rusia de pies y manos, proclamar unas condiciones de paz y normalizar la economía nacional desbaratada, a expensas de los beneficios de los terratenientes y de los capitalistas.

No había otra salida, y los mencheviques y los eseristas, que buscaban un tercer camino, debían fracasar indefectiblemente.

A ese respecto, los demócratas constitucionalistas han demostrado mayor lucidez.
“Riech” dice: “El gobierno debe romper resueltamente con las funestas tendencias del zimmerwaldismo y del socialismo “utópico””.

En otras palabras: guerra incondicional, guerra hasta el fin.

“Hay que llegar a una conclusión definitiva”, dijo Nekrásov en la famosa Conferencia, y añadió, dirigiéndose al Soviet: o toman el Poder, o dejan que otros lo tomen.

En otros términos: o revolución o contrarrevolución.

Los mencheviques y los eseristas renunciaron al camino revolucionario y, por tanto, debían verse dominados por los demócratas constitucionalistas, por las fuerzas contrarrevolucionarias.

Porque los demócratas constitucionalistas significan un empréstito interior asegurado.

Porque los demócratas constitucionalistas significan amistad con el capital aliado, es decir, un empréstito exterior asegurado.

Y debido al desbarajuste en la retaguardia y, sobre todo, en el frente, es tan necesario el dinero...

Ese es el fondo de la “crisis”. Eso es lo que significa la victoria de los demócratas constitucionalistas. El futuro próximo demostrará si esa victoria ha de ser duradera.

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