domingo, agosto 16

La cuestión del Partido: El punto débil de Trotsky

Extractos de un artículo escrito por François Vercammen, Miembro del Buró Ejecutivo de la Cuarta Internacional, publicado en http://www.internationalviewpoint.org

Trotsky hizo una inestimable contribución a la preservación y desarrollo del marxismo revolucionario en la primera mitad del siglo XX por su actividad militante y por sus análisis.

Esta contribución comprende un vasto terreno... En esta vasta obra, su punto débil es el problema del Partido.

Esta debilidad está, en parte, ligada a su trayectoria como militante. Trotsky no tuvo la capacidad (1903-1917) o la oportunidad (después de 1917) de participar directamente en la construcción de un partido revolucionario, en sus principales aspectos (más allá del análisis general y de las perspectivas), tales como la elaboración e implementación de una línea política y tácticas concretas, el trabajo colectivo dentro de un liderazgo central, la construcción de un aparato político-organizativo, el trabajo común con otros cuadros y militantes; y de manera general en la implementación de una dialéctica interna que priorice la experiencia de los militantes del Partido en la elaboración de la línea. Entre 1903 y 1917, habiendo roto con Lenin, no intentó organizar una corriente o un partido (limitándose a una actividad como periodista y orador).

Cuando se unió al Partido Bolchevique en junio de 1917 [en realidad, a fines de julio de 1917, en el VI Congreso del PC (b) -D.R.], fue a sumarse inmediatamente al liderazgo central...: la cuestión ya no era construir un partido sino liderar un movimiento de masas organizado hacia la conquista del poder político.

... ¿qué pensaba Trotsky sobre la construcción del partido revolucionario, más allá de una concepción principal general, y cómo la han entendido y aplicado las sucesivas generaciones trotskistas?

La respuesta no es simple porque Trotsky fue el hombre de los momentos revolucionarios de este siglo y el líder de masas en lugar de un “hombre de partido” que organiza el trabajo colectivo en las altas y las bajas de la coyuntura política.

Trotsky creía que su propio error podía ser resumido como una subestimación del centralismo del partido, lo que estaba relacionado con la naturaleza del partido y su intento de reunir a todas las corrientes en el mismo partido (“conciliacionismo”) bajo el impacto del auge revolucionario.

Desde un punto de vista práctico, la conclusión es incuestionable: en el momento -julio-agosto de 1914 (la “revolución olvidada”)- en que el Partido Bolchevique conducía la huelga general insurreccional en Petrogrado y Moscú y se convertía en la corriente mayoritaria en la clase obrera en esas ciudades, Trotsky era un periodista, corresponsal de guerra en los Balcanes, aislado del Partido y desligado del movimiento obrero de Rusia. Era el punto culminante de las decisiones políticas y orgánicas respectivas que los principales líderes de la revolución habían tomado.

Fue la determinación de Lenin por adherirse “al movimiento real” de Rusia, combinada con una sucesión de coyunturas socio-políticas complejas, las que dieron forma y enraizaron al Partido Bolchevique en la sociedad (urbana) rusa. Fue la política de Lenin la que fue determinante y no su “concepción del partido” tal como es entendida comúnmente (centralismo democrático, programa general).

Fue la debilidad política de Trotsky la que estuvo en la base de su derrota en el terreno de la organización. Uno puede resumirlo de la siguiente manera: antes de 1917, su extraordinaria capacidad para captar el significado de las tendencias generales de la época y extraer las perspectivas estratégicas no le permitió desarrollar una política revolucionaria (y fue incapaz o no tuvo voluntad para crear un colectivo militante). Su debilidad en el partido está ubicado en este contexto.

La debilidad de Trotsky sobre el tema del Partido, antes de 1917, formaba parte de su concepción semi-espontaneísta de la política en general.

... Uno no pude decir que él tenía, después de 1905, una convicción real sobre el tema. Su visión de la lucha de clases en Rusia, pasada y futura, no incluía la necesidad de definir y reforzar el rol del Partido. Opuesto más que nunca a la corriente bolchevique, que se había reorganizado, eligió ubicarse en la corriente menchevique, a pesar del hecho contundente de que el bolchevismo demostraba ser la corriente más radical del POSDR.

Trotsky no era ciego a los instintos oportunistas de la corriente menchevique. Se mantuvo en su creencia espontaneísta de que un nuevo auge revolucionario empujaría a todos a reconstituir un partido unificado. Mientras tanto su sectarismo anti-bolchevique adquirió un carácter visceral: veía en esta corriente un primitivismo atrasado y “asiático” y predijo su evolución anti-revolucionaria.

Por otra parte, la corriente menchevique encarnaba el futuro europeo de la revolución venidera. Fue en el ambiente político-cultural de esta corriente, con sus debates, pluralismo y relaciones más humanas, en que Trotsky se encontró verdaderamente en su elemento. Su elección parecía aún más justificada porque Axelrod y Plejánov trabajan en concierto con Kautsky, el líder indisputable en ese momento de la Segunda Internacional. Una nueva revolución (en 1917) sería necesaria para que la experiencia del Partido de Lenin afirme su incuestionable autoridad, incluso sobre Trotsky.

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