domingo, julio 5

¿En qué estado han puesto a la revolución los socialista-revolucionarios y mencheviques? (Lenin)

Pravda Nº 88 del 22 de junio (5 de julio) de 1917

La han puesto en un estado de sumisión a los imperialistas.

La ofensiva es la reanudación de la guerra imperialista. Nada esencial ha cambiado en las relaciones entre los dos grandes bloques capitalistas que están en guerra entre sí. Incluso después de la Revolución del 27 de Febrero, Rusia permanece bajo el completo dominio de los capitalistas que están ligados al capital imperialista anglo-francés por alianzas y antiguos tratados secretos zaristas. La economía y la política de la continuación de la guerra son las mismas que antes: la mismas vida económica dominada por el viejo capital bancario imperialista y los mismos tratados secretos, la misma vieja política exterior de alianzas de un grupo de imperialistas contra otro.

Las frases vacías de los mencheviques y socialista-revolucionarios siguen siendo frases vacías; en la práctica sólo sirven para adornar la reanudación de la guerra imperialista que con mucha naturalidad recibe entusiastas aullidos de aprobación de todos los contrarrevolucionarios, de toda la burguesía y de Plejánov “que va a la zaga de la prensa burguesa” (como dice el menchevique Rabochaya Gazeta, que a su vez se pone a la zaga de toda la horda de social-chovinistas).

Pero no debemos pasar por alto las características peculiares de esta particular reanudación de la guerra imperialista. La reanudación ocurre luego de tres meses de vacilaciones, durante el cual la masa de obreros y campesinos miles de veces expresaron su condena a la guerra de conquista (a la vez que en la práctica continuaban apoyando al gobierno de la burguesía depredadora empeñada en la conquista). Las masas vacilaron, aunque ellas aprobaron en casa el consejo que el llamamiento del 14 de marzo a los pueblos del mundo dio a otros pueblos: “¡Rehúsense a servir como herramientas de conquista y violencia en las manos de los banqueros!” Pero aquí en casa, en la Rusia “democrática revolucionaria”, las masas han permanecido en la práctica como instrumentos de conquista y violencia en “las manos de los banqueros”.

Una característica distintiva de esta situación es que fue creada por los partidos socialista-revolucionario y menchevique en momentos en que el pueblo gozaba comparativamente de una gran libertad de organización. Son esos partidos los que han ganado la mayoría en la actualidad: el Congreso de los Soviets de Toda Rusia y el Congreso de Campesinos de Toda Rusia han probado indudablemente esto.

En el momento actual, esos partidos son los responsables de la política de Rusia.

Esos partidos son los responsables de la reanudación de la guerra imperialista, responsables de cientos de miles de vidas sacrificadas virtualmente con el objetivo de que ciertos capitalistas puedan “ganar” a otros capitalistas, y responsables por el agravamiento del caos económico resultado inevitable de la ofensiva.

Aquí tenemos, en su forma más pura, el auto engaño de las masas pequeño burguesas y el engaño de que son objeto de parte de la burguesía con la ayuda de los socialista-revolucionarios y mencheviques. Esos partidos dicen ser “demócratas revolucionarios”. Pero de hecho están poniendo el destino del pueblo en las manos de la burguesía contrarrevolucionaria, los Cadetes; han desertado de la revolución para continuar la guerra imperialista; y han desertado de la democracia para hacer “concesiones” a los Cadetes en el problema del poder (por ejemplo, la “confirmación” desde arriba de las autoridades elegidas por la población local), en el problema de la tierra (la renuncia de los mencheviques y socialista-revolucionarios a su propio programa: el apoyo a las acciones revolucionarias de los campesinos, incluyendo la confiscación de las haciendas) y en la cuestión nacional (defensa de actitudes antidemocráticas de los Cadetes hacia Ucrania y Finlandia).

La pequeña burguesía no puede evitar vacilar entre la burguesía y el proletariado. Este ha sido el caso en todos los países, especialmente entre 1789 y 1871, Y este es también el caso de Rusia. Los mencheviques y socialista-revolucionarios han inducido a las masas a someterse a la política de la burguesía contrarrevolucionaria.

Ese es el meollo del asunto. Ese es el significado de la ofensiva. Esa es la peculiaridad de la situación: no es la violencia sino la confianza en los socialista-revolucionarios y mencheviques la que ha extraviado al pueblo.

¿Será por mucho tiempo?

No. Las masas aprenderán de su propia experiencia. La triste experiencia de la nueva de etapa de la guerra (etapa que ya empezó), de la ruina acentuada por la ofensiva, conducirá inevitablemente a una caída política de los partidos socialista-revolucionario y menchevique.

La tarea del partido obrero es, ante todo, ayudar a las masas a entender y tomar la evaluación apropiada de esta experiencia, prepararse adecuadamente para esa gran caída que mostrará a las masas su verdadero líder: el proletariado urbano organizado.

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