lunes, julio 6

El estribillo “Lenin y Trotsky”


Trotsky había regresado a Rusia el 4 de mayo de 1917. Los bolcheviques estaban a la cabeza del primer evento político de masas en protesta contra la política anexionista del Gobierno Provisional, expresada en la Nota diplomática de Miliukov.

Trotsky se incorporaba a su pequeña organización, el Comité Inter-Distrital, una federación de intelectuales que se habían apartado de bolcheviques y mencheviques, para trabajar por la unidad de las fracciones del POSDR. Venía precedido de la fama de haber sido “presidente” del Soviet de San Petersburgo en 1905, aunque realmente lo fue por unos pocos días, al ocupar el cargo vacante por prisión del verdadero presidente y antes de ser arrestado junto a los otros líderes del Soviet al sofocarse la rebelión.

Aunque vacilaba en su actitud ante los mencheviques y eseristas que dirigían el Soviet de Petrogrado, no estaba de acuerdo con la posición defensista de éstos. Ahora estaba más cerca políticamente de los bolcheviques pero se rehusaba a unirse a ellos. Era difícil superar los viejos odios y animadversiones. Lenin lo puso de otro modo: “Ambición, ambición y ambición”.

Trotsky no tenía mayor relación con los bolcheviques cuando la prensa burguesa y menchevique empezó a hablar de “Lenin y Trotsky” en mayo de 1917. A Lenin se le conocía por ser el líder de los bolcheviques y a Trotsky por su breve pero famoso papel en el Soviet de 1905. En esta oportunidad, 1917, ambos coincidían políticamente. Eran la izquierda de la izquierda y al nombrarlos juntos estaban sumando a un hombre de Partido con un nombre “célebre”. No eran compañeros de armas, sólo coincidían en posiciones políticas. De ahí en adelante se hablaría de ellos como si fueran una unidad, que no lo eran; como si tuvieran el mismo pensamiento político, que no lo tenían; como si fueran ideológicamente idénticos, que no era cierto; como si uno fuera el alter ego del otro, que no era verdad.

Los corresponsales extranjeros se encargarían de difundirlo en la prensa mundial, entre ellos John Reed. El mundo no sabía con certeza qué pasaba en Rusia pero todos mencionaban los nombres “Lenin y Trotsky” juntos, sin saber casi nada de ellos. Lenin era un mito; incluso en Rusia, casi muy pocos lo habían visto personalmente y era difícil llegar a él, sobre todo después de julio de 1917, cuando tuvo que permanecer oculto hasta Octubre. Lo único que se tenía claro era su condición de líder de “los bolcheviques”, el partido más radical de Rusia. Trotsky, por el contrario, se exhibía donde podía, concedía entrevistas sin mayor problema para beneplácito de los corresponsales, era muy accesible. Al hacer sus despachos unían los nombres del mito (Lenin) y del hombre al alcance de la mano (Trotsky) para transmitir ese sentido de apego simultáneo a la leyenda y a la realidad.

El británico Bruce Lockhart, que se entrevistó con líderes bolcheviques, incluyendo Lenin y Trotsky, escribió con esa capacidad de síntesis que se observan en los informes que los agentes diplomáticos envían a sus gobiernos: “El [Trotsky] me impresiona, es un hombre que voluntariamente moriría luchando por Rusia, siempre que se le asegure una gran audiencia que lo vea hacerlo”.

Se hizo costumbre asociar los nombres de los dos revolucionarios después de que, en mayo de 1917, Miliukov y los Cadetes del Gobierno Provisional difundieron el rumor de que “Lenin y Trotsky” eran espías alemanes, es decir agentes de los enemigos de Rusia en la guerra. Un cargo bastante serio que significaba traición a la patria. Después de todo, Lenin había regresado a Rusia viajando en un tren que atravesó territorio alemán con el permiso del Káiser. Y Trotsky había sido acusado de ser pro-alemán aún antes de pisar suelo ruso, además de haber confraternizado con prisioneros alemanes durante su reclusión en un campo de prisioneros británico. De todas formas. siempre que la burguesía quería satanizar a los internacionalistas les atribuía una serie de cargos que seguían a los nombres de los dos líderes.

El estribillo “Lenin y Trotsky” es repetido ahora por los historiadores burgueses, con mucha insistencia. Conocen los hechos históricos pero persisten como por inercia con ese cantilena. Esto alcanza niveles grotescos cuando lo hacen los hagiógrafos como Isaac Deutscher. Es evidente que se hace a propósito, con el interés de machacar una “sociedad” entre ambos personajes, incluso desde tiempos en que no existían las bases de esa sociedad. La idea es establecer la “legitimidad” de Trotsky como heredero de Lenin, debido a su supuesta “cercanía” al líder de los bolcheviques y a su condición de ser "uno de los dos" que “hicieron” la revolución según la concepción burguesa de la historia.

Deutscher es patético a lo largo de su apología de Trotsky. Lo es, por ejemplo, cuando relata los sucesos de la cancelación de la manifestación del 10 de junio que los bolcheviques habían preparado en secreto, sin informar a nadie fuera del Partido –incluyendo a Trotsky y su grupo– y sin informar tampoco a la propia fracción bolchevique del Congreso de los Soviets. Hasta el último momento. El Congreso de Soviets al tomar conocimiento de los preparativos, en la víspera, prohibió la manifestación, obligando a los bolcheviques a cancelarla. Y he aquí lo que Deutscher dice:

“Ni Lenin ni Trotsky querían desafiar la prohibición. Ellos decidieron (¿?) someterse a la decisión de la mayoría, cancelar la manifestación y explicar su actitud en un manifiesto especial”. (The prophet armed, p. 222, s.n.)

Este fragmento deja entrever que Lenin y Trotsky habían concertado la manifestación bolchevique del 10 de junio, cuando Trotsky no era todavía miembro del Partido y vacilaba con incorporarse a él. En la reunión del Comité de Petersburgo, Zinoviev explicando la posición del Comité Central sobre la cancelación de la manifestación, precisa que el Partido no informó al Comité Inter-Distrital de Trotsky sobre los preparativos.

Este mismo fragmento no sólo sugiere sino que afirma –faltando a la verdad– que Lenin y Trotsky “decidieron” aceptar la decisión del Soviet, “decidieron” cancelar la manifestación y “decidieron” suscribir un manifiesto especial, como si hubiesen tomado decisiones juntos. Los bolcheviques aceptaron la prohibición del Soviet y aprobaron la cancelación de la manifestación en reunión del CC en la madrugada del 10 de junio, luego de la reunión del Congreso de Soviets, sin consultar o coordinar con Trotsky. Por otro lado, los bolcheviques presentaron en el Congreso de los Soviets una declaración en minoría pero luego, como es usual en congresos, decidieron aunarse a la presentada por Trotsky que se basaba en la bolchevique pero era más digerible para la mayoría menchevique y socialista-revolucionaria

El hecho claro es que Deutscher presenta las cosas como si Trotsky hubiera tenido alguna participación decisiva en este evento y como si su peso político en ese momento en Rusia fuera importante. Las decisiones fueron tomadas por Lenin y su Partido, sin ninguna consulta con Trotsky, que recién después de la manifestación del 18 junio decidiría su incorporación al Partido bolchevique. Si los bolcheviques –como decía Lenin- eran aún una “minoría insignificante” en los Soviets, Trotsky y sus inter-distritales no existían y no tenían futuro (fuera del partido bolchevique).

Referencias de este tipo a “Lenin y Trotsky” son recurrentes en muchas obras “especializadas”. Eso no significa, sin embargo, que ese tipo de referencia como dijimos arriba no existiera en la época de la revolución. Por supuesto que existían. Así por ejemplo, a fines de junio de 1917, cuando el periodista Claude Anet servía de guía al recién llegado embajador de Francia en Rusia, apuntó al distrito Vyborg, donde los bolcheviques tenían su base proletaria, y dijo: “Si Lenin y Trotsky quisieran tomar Petrogrado, no hay nada que los detenga”. (citado por Orlando Figes, “A people’s tragedy”, Penguien Books, 1996. p. 421). Fines de junio, es sólo un semana y media después de la manifestación del 18 de junio que el Congreso de Soviets convocó luego de que los bolcheviques cancelaran la del día 10 (aquella que los bolcheviques no informaron a Trotsky). En ese momento, Trotsky ya había decidido unirse al Partido Bolchevique, luego de ver la capacidad de convocatoria de los bolcheviques en la exitosa manifestación del 18. Pero Trotsky no era miembro del Partido y Lenin aún no lo tomaba en cuenta a la hora de organizar las acciones políticas del Partido, como lo demuestran los hechos acaecidos el día 4 de julio, día de la manifestación armada en la que los bolcheviques tuvieron mucho que ver. Pero esa referencia demuestra que el estribillo “Lenin y Trotsky” ya circulaba por todos los medios en Rusia pese a no tener base.

Cuando los bolcheviques hacen a Trotsky presidente del Soviet, su notoriedad se multiplica y es visto como la cabeza de la revolución. Esto solidifica el estribillo “Lenin y Trostsky”, que alcanza “justificación” y contenido con el triunfo de Octubre. Cuando se nombra al primer Consejo de Comisarios del Pueblo, salen a la luz nombres completamente desconocidos para el público e incluso para el ambiente político de Petrogrado. Los nombres conocidos por el público eran de aquellos líderes que participaban en las sesiones del Soviet: Trotsky, Kámenev, Lunacharsky, Zinoviev. De ahí que a veces se hablaba de “Lenin, Trotsky y Lunacharsky”, otras de “Lenin, Kámenev y Zinoviev”, a veces de “Lenin, Trotsky y Kámenev”, y no en pocas se mencionaba también a Kollontai. No sólo en Rusia sino en el exterior. En la prensa comunista y burguesa de la época no es difícil encontrar la expresión “Lenin, Trotsky y Lunacharsky” para referirse a los bolcheviques. Poco después del triunfo de Octubre, se vendían postales con las fotos de los políticos revolucionarios conocidos por el gran público: Lenin, Kámenev, Trotsky, Zinoviev, Kollontai, Spiridinova (la líder de los eseristas de izquierda).

Ser figura en el Soviet era garantía para ser conocido por el público en general y por la prensa extranjera. Si no se estaba allí prácticamente no se existía para los periodistas. Y esa era una época donde el periódico era el principal medio de comunicación de masas. Por eso para el mundo fue una sorpresa que después de la muerte de Lenin, aparecieran otros nombres, menos conocidos, disputándole el poder a quien consideraban el heredero “natural” de la jefatura del Estado ruso, a la otra mitad de "Lenin y Trotsky".

Después de la toma del poder, Trotsky fue nombrado Comisario de Asuntos Exteriores. Ese puesto lo puso claramente ante los ojos del mundo como "el" representante de la revolución rusa. La actividad de su comisariato era básicamente propagandística, incluso en los momentos más críticos como Brest Litovsk; usando todas las tribunas posibles para agitar el movimiento revolucionario con el fin de que la Revolución se desencadene y triunfe en Europa, condición para que la revolución rusa pueda sostenerse. Sus discursos y desplantes revolucionarios concitaban la atención de la prensa y eran las delicias de los simpatizantes de la revolución rusa alrededor del mundo. Entonces, la expresión “Lenin y Trotsky” parecía reflejar bien, a los ojos de muchos, esa sociedad entre el diseñador de la política y el ejecutor de la misma. Por supuesto que hubo momentos en que la expresión “Lenin y Trotsky” tenía asidero pero no en el sentido que historiadores burgueses y trotskistas le dan.

DR

3 comentarios: