viernes, julio 3

El 18 de junio (Lenin)

Soldados con banderas bolcheviques


Pravda No. 86 del 20 de junio (3 de julio) de 1917

De una forma u otra, el 18 de junio será un punto de viraje en la historia de la revolución rusa.

La posición de las clases, su correlación en la lucha de unas contra otras, su fuerza, particularmente en comparación con la fuerza de los partidos, todo fue revelado tan distintivamente, tan notablemente, tan impresionantemente, por la manifestación del domingo, que cualquiera sea el curso y el ritmo del desarrollo, el provecho en conocimiento y claridad políticos ha sido tremendo.

En pocas horas, la manifestación dispersó en los vientos, como un puñado de polvo, la habladuría vacua acerca de los bolcheviques conspiradores y demostró con la máxima claridad que la vanguardia de la clase obrera de Rusia, el proletariado industrial de la capital, y la abrumadora mayoría de las tropas apoya las consignas que nuestro Partido siempre ha defendido.

El paso mesurado de los batallones de obreros y soldados. Cerca de medio millón de manifestantes. Un ataque concertado. Unidad alrededor de consignas, entre las que predominaban abrumadoramente: “Todo el poder a los Soviets”, “Abajo los diez ministros capitalistas”, “Ni una paz separada con los alemanes ni tratados secretos con los capitalistas anglo-franceses”, etc. A nadie que haya visto la manifestación le queda alguna duda de acerca de la victoria de estas consignas entre la vanguardia organizada de obreros y soldados de Rusia.

La manifestación del 18 de junio fue una manifestación de la fuerza y la política del proletariado revolucionario, que está mostrando la dirección para la revolución e indicando la salida al impasse. Esta es el gran significado histórico de la manifestación del pasado domingo y su diferencia esencial de las manifestaciones durante el funeral de las víctimas de la revolución y del Primero de Mayo. Entonces fue un tributo universal a la victoria de la primera revolución y a sus héroes. El pueblo miraba hacia atrás, a la primera etapa del camino a la libertad que ha pasado muy rápida y exitosamente. El Primero de Mayo fue una fiesta de esperanzas y aspiraciones relacionadas con la historia del movimiento laboral mundial y el ideal de paz y socialismo.

Ninguna de las dos manifestaciones tuvo la intención de señalar la dirección del desarrollo ulterior de la revolución, ni podía hacerlo. Ninguna manifestación puso ante el pueblo o planteó en nombre del pueblo, cuestiones específicas, definidas y urgentes de cómo y en qué dirección debería seguir la revolución.

En este sentido, el 18 de junio fue la primera manifestación política de acción, una explicación de cómo actúan las diferentes clases, de cómo quieren actuar y de cómo actuarán, para desarrollar la revolución –una explicación no proporcionada en ningún libro o periódico sino en las calles, no por los líderes sino por el pueblo.

La burguesía se mantuvo alejada. Se rehusaron a participar en esa manifestación pacífica de una apreciada mayoría del pueblo, en la que hubo libertad de consignas partidarias y en la que el principal objetivo fue protestar contra la contrarrevolución. Eso es natural. La burguesía es la contrarrevolución. Ellos se esconden del pueblo. Ellos organizan verdaderas conspiraciones contrarrevolucionarias contra el pueblo. Los partidos que ahora gobiernan Rusia, los socialista-revolucionarios y mencheviques, se mostraron claramente en ese histórico día, 18 de junio, como vacilantes. Sus consignas hablaban de vacilación y fue obvio para todos que los seguidores de sus consignas eran una minoría. Con sus consignas y vacilaciones ellos le decían al pueblo que se queden donde están, que no cambien nada por el momento. Y el pueblo sentía, y ellos mismos sentían, que eso era imposible.

Basta de vacilación, dice la vanguardia del proletariado, la vanguardia de los obreros y soldados de Rusia. Basta de vacilación. La política de confianza en los capitalistas, en su gobierno, en sus vanos intentos de reforma, en su guerra, en su política de ofensiva, es una política sin futuro. Su colapso es inminente. Su colapso es inevitable. Y ese colapso será también el colapso de los partidos gobernantes, los socialista-revolucionarios y los mencheviques. La quiebra económica está cerca. No hay escape excepto con medidas revolucionarias de la clase revolucionaria que ha tomado el poder.

Que el pueblo rompa con la política de confianza en los capitalistas. Que pongan su confianza en la clase revolucionaria –el proletariado. La fuente del poder reside en él y sólo en él. Solo él es la garantía de que los intereses de la mayoría serán atendidas, los intereses del pueblo trabajador y explotado, que –aunque es oprimido por la guerra y el capital– es ¡capaz de vencer a la guerra y el capital!

Una crisis de escala sin precedentes ha caído sobre Rusia y toda la humanidad. La única salida es depositar la confianza en el contingente más organizado y avanzado del pueblo trabajador y explotado, y apoyar su política.

No sabemos si el pueblo aprenderá rápidamente esta lección o de cómo ellos lo pondrán en práctica. Pero lo que sí sabemos con certeza es que fuera de esta lección no hay salida al impasse, que vacilaciones posibles o brutalidades de parte de los contrarrevolcionarios no conducirán a ningún lugar.

No hay salida a menos que las masas pongan toda su confianza en su líder, el proletariado.

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