martes, julio 28

¡A cerrar filas! (Stalin)

De la ficha policial de Stalin

“Proletárskoe Dielo” (Kronstadt) Nº 2 del 15 (28) de julio de 1917

Los acontecimientos del 3 y del 4 de julio fueron debidos a la crisis general por que atraviesa el país. La prolongada guerra y el agotamiento general, la inusitada carestía y la mala alimentación, la creciente contrarrevolución y el desbarajuste económico, la disolución de regimientos en el frente y las dilaciones en la solución del problema de la tierra, el desbarajuste general en el país y la incapacidad del Gobierno Provisional para sacarlo de la crisis; eso es lo que llevó a las masas a la calle el 3 y el 4 de julio.

Atribuir está acción a una propaganda insidiosa de este o de aquel partido, significa adoptar el punto de vista de la Ojrana, tan propicia a atribuir todo movimiento de masas a la intervención de “instigadores” y “agitadores”.

Ningún partido -tampoco el bolchevique- llamó a la manifestación del 3 de julio. Más aún: el Partido Bolchevique, el más influyente en Petrogrado, invitó el mismo 3 de julio a los obreros y a los soldados a que se abstuviesen. Pero cuando, a pesar de todo, estalló el movimiento, nuestro Partido, considerando que no tenía derecho a lavarse las manos, hizo todo lo posible para darle un carácter pacífico y organizado.

Pero la contrarrevolución no dormía. Organizó disparos provocadores, ensombreció los días de la manifestación con un derramamiento de sangre y, apoyándose en algunas unidades del frente, pasó a la ofensiva contra la revolución. El núcleo de las fuerzas contrarrevolucionarias, el partido de los demócratas constitucionalistas, como si hubiera previsto todo eso, salió oportunamente del gobierno, para tener las manos libres. Y los mencheviques y los eseristas del Comité Ejecutivo, en el afán de conservar sus maltrechas posiciones, declararon pérfidamente que la manifestación, que exigía la transferencia de todo el Poder a los Soviets, era una rebelión contra los Soviets, y azuzaron contra el Petrogrado revolucionario a las capas atrasadas de las unidades militares traídas del frente. Cegados por su fanatismo fraccional, no advirtieron que, al asestar golpes contra los obreros y los soldados revolucionarios, debilitaban el frente entero de la revolución y daban alas a las esperanzas de los contrarrevolucionarios.

El resultado ha sido el desenfreno de la contrarrevolución y una dictadura militar.

Asalto y destrucción de las redacciones de “Pravda” y “Soldátskaia Pravda”, de la imprenta “Trud” y de nuestras organizaciones de distrito; palizas y asesinatos, encarcelamientos sin juicio previo e incontables represiones “arbitrarias”; viles calumnias de los miserables espías policíacos contra los jefes de nuestro Partido y desenfreno de los bandidos de la pluma que escriben en la prensa venal; desarme de los obreros revolucionarios y disolución de regimientos, restablecimiento de la pena de muerte: ahí tienen la “labor” de la dictadura militar.

Todo eso se hace bajo la consigna de “salvar a la revolución”, “por orden” del “ministerio” Kerenski-Tsereteli, al que apoya el Comité Ejecutivo de toda Rusia. Además, los partidos gubernamentales eserista y menchevique, atemorizados por la dictadura militar, entregan sin grandes remordimientos los líderes del Partido proletario a los enemigos de la revolución, encubren los asaltos y los desmanes y no toman medidas para cortar las represiones “arbitrarias”.

Un acuerdo tácito entre el Gobierno Provisional y el Estado Mayor de la contrarrevolución, el partido demócrata constitucionalista, concertado con la franca connivencia del Comité Ejecutivo y dirigido contra los obreros y los soldados revolucionarios de Petrogrado: he ahí el panorama de la situación actual.

Y cuantas más concesiones hacen los partidos gubernamentales, mayor es la insolencia de los contrarrevolucionarios. De los ataques contra los bolcheviques, están pasando ya a atacar a todos los partidos que integran los Soviets y a los Soviets mismos. Asaltan las organizaciones mencheviques de distrito, en Petrográdskaia Storomí y en Ojta. Asaltan la sección del Sindicato Metalúrgico en Névskaia Zastava. Irrumpen en una sesión del Soviet de Petrogrado y detienen a sus miembros (al diputado Sájarov). Organizan grupos especiales en la avenida Nevski, para cazar a los miembros del Comité Ejecutivo. Hablan concretamente de la disolución del Comité Ejecutivo. No nos referimos ya al “complot” contra algunos miembros del Gobierno Provisional y líderes del Comité Ejecutivo.

El cinismo y el carácter provocativo de las acciones de los contrarrevolucionarios aumentan por horas. Mientras tanto, el Gobierno Provisional continúa desarmando a los obreros y a los soldados revolucionarios para ”«salvar la revolución”...

Todo esto, sumado a la crisis que se está desarrollando en el país, al hambre y a la ruina, a la guerra y a las sorpresas que ésta lleva aparejadas, hace más grave la situación e inevitables nuevas crisis políticas.

Estar preparados para las futuras batallas, hacerles frente como es debido y con una buena organización: tales ahora nuestra tarea.

De lo enunciado se desprende:

Primer mandamiento: no dejarse llevar de las provocaciones de la contrarrevolución; armarse de firmeza y serenidad; guardar fuerzas para la lucha futura y no permitir ninguna acción prematura.

Segundo mandamiento: agruparse más estrechamente en torno a nuestro Partido; cerrar filas frente a los incontables enemigos que se lanzan sobre nosotros; mantener en alto nuestra bandera, animando a los débiles, reuniendo a los rezagados y educando a los inconscientes.

¡Ninguna componenda con la contrarrevolución!
¡Ninguna unidad con los “socialistas” carceleros!
¡Alianza de las fuerzas revolucionarias frente a la contrarrevolución y quienes la protegen!

Esas son nuestras consignas.

K. Stalin
miembro del Comité Central
del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia

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