jueves, julio 30

Bolcheviques: "El camino de desarrollo pacífico del movimiento ha concluido"

Conferencia Urgente de la Organización de Petrogrado del P.O.S.D.R. (Bolchevique)
16-20 de julio de 1917

INFORME ACERCA DEL MOMENTO ACTUAL
por José Stalin


Camaradas:

Un rasgo característico del momento actuar es la crisis de Poder. En torno a esta cuestión se agrupan otras de menor importancia. La crisis se debe a la inestabilidad del Poder: ha llegado un momento en que sus órdenes o hacen reír o son acogidas con indiferencia, y nadie quiere, cumplirlas. La desconfianza en el Poder penetra en lo más profundo de la población. El Poder se tambalea. Ahí radica la causa de la crisis.

Esta es la tercera crisis de Poder a que asistimos. La primera fue la crisis del Poder zarista, el cual ya no existe.

La segunda fue la del primer Gobierno Provisional, que tuvo por resultado la salida de Miliukov y de Guchkov del gobierno. La tercera crisis es la del gobierno de coalición, en la que la inestabilidad del Poder ha alcanzado su punto culminante. Los ministros socialistas entregan sus carteras a Kerenski, y la burguesía niega a éste su confianza. Se ha formado un gabinete que al día siguiente se ha visto en la misma situación de inestabilidad.

Como marxistas, no debemos considerar la crisis de Poder sólo desde un punto de vista formal. Debemos considerarla, ante todo, desde un punto de vista de clase. La crisis de Poder es una intensa y abierta lucha de las clases por el Poder. A consecuencia de la primera crisis, el Poder de los terratenientes cedió su puesto al Poder de la burguesía, apoyado por los Soviets, que “representan” los intereses del proletariado y de la pequeña burguesía. A consecuencia de la segunda crisis, llegóse a un acuerdo entre la gran burguesía y la pequeña: el gobierno de coalición. Tanto en la primera crisis como en la segunda, las autoridades combatían las acciones revolucionarias de los obreros (27 de febrero y 20-21 de abril). La segunda crisis se resolvió “a favor” de los Soviets, dando entrada en el gobierno burgués a “socialistas” de los Soviets. En la tercera crisis, los soldados y los obreros plantearon abiertamente que los trabajadores -la democracia pequeñoburguesa y proletaria- debían tomar el Poder y hacer que los elementos capitalistas saliesen del gobierno. ¿Cuál es la causa de la tercera crisis?

Ahora se echa toda la “culpa”a los bolcheviques. La acción del 3 y del 4 de julio se presenta como un factor que ha agravado la crisis. Carlos Marx decía ya que cada paso adelante de la revolución provoca como réplica un paso atrás de la contrarrevolución. Considerando la acción del 3 y del 4 de julio como un paso revolucionario, los bolcheviques aceptan el honor -que les atribuyen los socialistas renegados- de ser los pioneros del avance.

Pero esta crisis de Poder no se ha solucionado en favor de los obreros. ¿Quién tiene la culpa de ello? Si los mencheviques y los eseristas hubiesen apoyado a los obreros y a los bolcheviques, la contrarrevolución habría sido vencida. Pero ellos empezaron a combatir a los bolcheviques, rompieron el frente único de la revolución, y la crisis transcurre ahora en condiciones desfavorables, no sólo para los bolcheviques, sino también para ellos, para los eseristas y los mencheviques.

Ese fue el primer factor que agravó la crisis.

El segundo factor fue la salida de los demócratas constitucionalistas del gobierno. Los demócratas constitucionalistas se olieron que las cosas tenían a empeorar, que la crisis económica se iba extendiendo y que el dinero era poco; por ello decidieron escurrir el bulto. Su salida era la continuación del boicot de Konoválov. Al darse cuenta de la inestabilidad del gobierno, los demócratas constitucionalistas fueron los primeros en abandonado.

El tercer factor que reveló y agravó la crisis de Poder fue la derrota de nuestras tropas en el frente. La cuestión de la guerra es hoy la fundamental, y en torno a ella giran todas las demás cuestiones de la vida interior y exterior del país. Y en esta cuestión básica ha fracasado el gobierno. Desde el comienzo mismo veíase claro que la ofensiva en el frente era una aventura. Circulan rumores de que centenares de miles de hombres han sido hechos prisioneros por el enemigo, de que los soldados huyen a la desbandada. Atribuir el “desbarajuste” en el frente sólo a la propaganda de los bolcheviques, es exagerar la influencia de éstos. Ningún partido puede con semejante carga. ¿Cómo explicar que nuestro Partido, con unos 200.000 afiliados, haya logrado “descomponer” el ejército, y que el Comité Ejecutivo Central de los Soviets, que agrupa a 20.000.000 de ciudadanos, no haya podido mantener al ejército bajo su influencia? El hecho es que los soldados no quieren combatir, porque no saben en nombre de qué luchan; están cansados, les preocupa: el problema del reparto de la tierra, etc., etc.

Esperar que en tales condiciones se pueda llevar a los soldados a la guerra, es esperar un milagro. El Comité Ejecutivo Central de los Soviets podía realizar en el ejército una propaganda mucho más intensa que la nuestra, y la realizó, pero, a pesar de ello, la gran fuerza espontánea de la lucha contra la guerra ha sido más poderosa. La culpa no la tenemos nosotros, la “culpable” es la revolución, que ha dado a cada ciudadano el derecho de exigir que se responda a la pregunta: ¿por qué se hace la guerra?

Así, pues, tres son los factores que han motivado la crisis de Poder:

1) el descontento de los obreros, y de los soldados con el gobierno, cuya política estimaban demasiado derechista;
2) el descontento de la burguesía con el gobierno, cuya política consideraba demasiado izquierdista, y
3) los fracasos en el frente.

Esas son las fuerzas externas que han motivado la crisis de Poder.

Pero el fondo de todo ello, la fuerza subterránea que ha llevado a la crisis, es el desbarajuste económico del país, causado por la guerra. Sobre esta base, y sólo sobre ella, han surgido los tres factores que han hecho vacilar el Poder del gobierno de coalición.

Si la crisis es una lucha de clases por el Poder, nosotros, como marxistas, debemos preguntarnos: ¿qué clase está subiendo ahora al Poder? Los hechos dicen que es la clase obrera la que está en ascenso al Poder.

Evidentemente, la clase de la burguesía no le dejará subir al Poder sin lucha. La pequeña burguesía, que constituye la mayoría de la población de Rusia, vacila, uniéndose unas veces con nosotros y otras con los demócratas constitucionalistas, dejando caer así la última pesa en el platillo de la balanza. Este es el contenido de clase de la crisis de Poder que atravesamos.

¿Quién sale derrotado y quién vencedor en esta crisis? Es evidente que en este caso el Poder lo está asumiendo la burguesía, representada por los demócratas constitucionalistas. Por un breve instante, cuando los demócratas constitucionalistas salieron del gobierno, el Poder estuvo en manos del Comité Ejecutivo Central de los Soviets, pero éste renunció a él; encargando a los miembros del gobierno que formasen un gabinete. Ahora el Comité Ejecutivo Central es un apéndice del gobierno, y el gabinete, un carrusel; el único que ha quedado es Kerensky. Alguien dicta su voluntad, que deben cumplir tanto los ministros como el Comité Ejecutivo Central de los Soviets. Evidentemente, esa voluntad es la de la burguesía organizada, en primer lugar la de los demócratas constitucionalistas. La burguesía dicta sus condiciones: exige que el Poder esté en manos de “hombres de negocios”, y no de representantes de los partidos; exige que se retire el programa agrario de Chernov, que se modifique la declaración del gobierno del 8 de julio y que los bolcheviques sean eliminados de todos los organismos del Poder. El Comité Ejecutivo Central retrocede ante la burguesía y acepta sus condiciones.

¿Cómo ha podido ocurrir que la burguesía, ayer todavía en retirada, dé hoy órdenes al Comité Ejecutivo Central de los Soviets? La explicación es que, después de la derrota en el frente, el gobierno ha perdido prestigio entre los banqueros del extranjero. Según ciertos datos, dignos de la mayor atención, en eso andan las manos del embajador inglés Buchanari y de los banqueros, que niegan créditos al gobierno si no abandona sus intentos “socialistas”.

Esa es la primera causa.

La segunda causa consiste en que el frente de la burguesía está mejor organizado que el de la revolución.

Cuando los mencheviques y los eseristas se unieron con la burguesía y empezaron a atacar a los bolcheviques, la contrarrevolución comprendió que el frente único de la revolución había sido roto. Organizada en camarillas militares e imperialistas financieras, encabezada por el Comité Central del partido demócrata constitucionalista, la contrarrevolución presentó a los defensistas varias demandas. Los mencheviques y los eseristas, temblando por su Poder, se apresuraban a cumplir las exigencias de la contrarrevolución.

Esa es la situación en que se produjo la victoria de la contrarrevolución.

Es evidente que en este momento la contrarrevolución ha vencido a los bolcheviques porque éstos, traicionados por los mencheviques y los eseristas, se han visto aislados. Es asimismo evidente que llegará un momento favorable para nosotros, en el que podremos dar la batalla decisiva a la burguesía.

Existen dos centros de la contrarrevolución. Uno es el partido de la burguesía organizada, el partido demócrata constitucionalista, que se escuda en los Soviets defensistas. Su organismo ejecutivo es el Estado Mayor, encabezado por prominentes generales, que tienen en sus manos todos los hilos de la oficialidad. El otro centro es la camarilla imperialista financiera, vinculada a Inglaterra y a Francia, que tiene en sus manos todos los hilos del crédito. No es casual que Efrémov, miembro de la comisión interparlamentaria que controla los créditos, forme hoy parte del gobierno.

Los hechos enumerados han hecho posible la victoria de la contrarrevolución sobre la revolución.

¿Cuáles son las perspectivas? Mientras la guerra continúe, y va a continuar; mientras el desbarajuste en la industria no sea superado, y no lo será, pues no puede remediarse con represiones contra los soldados y los obreros, y las clases gobernantes no pueden tomar medidas heroicas; mientras los campesinos no reciban la tierra, y no la recibirán, porque incluso Chernov, con su moderado programa, ha resultado ser indeseable como miembro del gobierno; mientras todo eso ocurra, las crisis serán inevitables, las masas se echarán a la calle una y otra vez y se librarán empeñadas batallas.

El período pacífico del desarrollo de la revolución ha terminado. Ha empezado un nuevo período, un período de agudos conflictos, choques y colisiones. La vida bullirá y las crisis irán sucediéndose. Los soldados y los obreros no callarán. Hasta contra la suspensión de “Okópnaia Pravda” [periódico bolchevique para el Frente] han expresado su protesta veinte regimientos. El hecho de que hayan metido en el gobierno a nuevos ministros no ha resuelto la crisis. La clase obrera no ha quedado desangrada. La clase obrera ha resultado ser más sensata de lo que suponían sus enemigos.

Cuando comprendió que los Soviets le habían hecho traición, no aceptó la batalla el 4 y el 5 de julio. Y el desarrollo de la revolución agraria acaba de empezar. Debemos hacer frente a las futuras batallas como es debido y con una buena organización.

Nuestras tareas principales deben ser:

1) llamar a los obreros, a los soldados y a los campesinos a tener serenidad, firmeza y organización;
2) hacer revivir, robustecer y ampliar nuestras organizaciones;
3) no menospreciar las posibilidades legales, pues ninguna contrarrevolución puede llevarnos realmente a la clandestinidad.

El período de los asaltos desenfrenados ha pasado; llega una fase de persecuciones “legales”, y nosotros debemos recurrir a todas las posibilidades legales, debemos aprovecharlas.

Como los bolcheviques han quedado aislados, pues la mayoría del Comité Ejecutivo Central de los Soviets nos han traicionado al concertar una alianza con las fuerzas contrarrevolucionarias, se plantea la cuestión de cuál debe ser nuestra actitud respecto a los Soviets y a su mayoría, los mencheviques y los eseristas. En la reunión del Comité Ejecutivo Central, Mártov acusó a Gots y a Dan de proponer acuerdos tomados ya en una reunión de los cien-negristas y los demócratas constitucionalistas. La persecución de los bolcheviques ha demostrado que éstos no tienen ya aliados. La noticia de la detención de nuestros dirigentes y de la suspensión de nuestros periódicos fue acogida por los mencheviques y los eseristas con nutridos aplausos. Hablar después de eso de unidad con los mencheviques y los eseristas significa tender la mano a la contrarrevolución.

Digo esto porque en algunas fábricas se hacen intentos de establecer una alianza de los mencheviques y los eseristas con los bolcheviques. Esta es una forma enmascarada de combatir la revolución, porque una alianza con los defensistas puede llevarla a la muerte. Entre los mencheviques y los eseristas hay elementos dispuestos a luchar con la contrarrevolución (los kamkovistas, entre los eseristas, y los partidarios de Mártov, entre los mencheviques), y con ellos estamos dispuestos a formar un frente único revolucionario.

RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS

1) Pregunta de Maslovski: En los futuros conflictos y, posiblemente, acciones armadas, ¿en qué medida contribuirá a ello nuestro Partido?, ¿encabezaría el Partido la protesta armada?

Respuesta de Stalin: Es de suponer que habrá acciones armadas y hay que estar preparados para todo. Los conflictos venideros serán más agudos, y el Partido no deberá lavarse las manos. Saln, hablando en nombre del distrito letón, ha acusado al Partido de no haber asumido la dirección del movimiento. Pero eso no es cierto, ya que el Partido se propuso precisamente llevar el movimiento a un cauce pacífico. Se nos puede reprochar no haber tratado de tomar el Poder. El 3 y el 4 de julio podíamos haber tomado el Poder, podíamos haber obligado al Comité Ejecutivo Central de los Soviets a sancionar la torna del Poder por nosotros. Pero la cuestión es la siguiente: ¿hubiéramos conseguido mantenemos en el Poder? El frente las provincias y varios Soviets locales se habrían levantado contra nosotros. Un Poder sin el apoyo de las provincias hubiera carecido de base. Tomando el Poder en tales condiciones, nosotros habríamos fracasado escandalosamente.

2) Pregunta de Ivanov: ¿Cuál es nuestra actitud hacia la consigna “¡El Poder a los Soviets!”? ¿No es hora ya de decir: “dictadura del proletariado”?

Respuesta de Stalin: Cuando se resuelve una crisis de Poder, significa que ha subido a éste una determinada clase, en el caso presente, la burguesía. ¿Podemos seguir aferrados a la vieja consigna “¡Todo el Poder a los Soviets!”? Está claro que no. Entregar el Poder a los Soviets, que, de hecho, van tácitamente del brazo con la burguesía sería trabajar para el enemigo. Si vencemos, sólo podremos entregar el Poder a la clase obrera, apoyada por las capas pobres del campo. Debemos proponer otra forma, una forma más conveniente de organización de los Soviets de Diputados Obreros y Campesinos. La forma de Poder sigue siendo la de antes, pero cambiamos el contenido de clase de la consigna y decimos en el lenguaje de la lucha de clases: todo el Poder a los obreros y a los campesinos pobres, que aplicarán una política revolucionaria.

3) Pregunta anónima: ¿Qué debemos hacer si el Comité Ejecutivo Central de los Soviéts de Diputados Obreros y Soldados declara que la minoría debe someterse a la mayoría? ¿Nos retiraremos en ese caso del Comité Ejecutivo Central de los Soviets o no?

Respuesta de Stalin: Ya existe una decisión a ese propósito. La minoría bolchevique ha tenido una reunión en la que se elaboró una respuesta en el sentido de que, como miembros del Comité Ejecutivo Central de los Soviets, acatamos todas sus decisiones y no actuamos contra ellas, pero, como miembros de un partido, podemos actuar independientemente, pues, sin duda alguna, la existencia de los Soviets no anula la existencia independiente de los partidos. Mañana haremos pública nuestra respuesta en la reunión del Comité Ejecutivo Central.

RESUMEN DE LA DISCUSION

Camaradas:

A fin de preparar una resolución sobre nuestra actitud respecto al acuerdo del Comité Ejecutivo Central de los Soviets acerca de los bolcheviques, fue elegida una comisión, en la que yo he participado. Hemos redactado una resolución que dice: como miembros del Comité Ejecutivo Central de los Soviets, nos sometemos a la mayoría, pero, como miembros del Partido Bolchevique, podemos actuar independientemente, incluso en contra de las decisiones del Comité Ejecutivo Central de los Soviets.

Por dictadura del proletariado, Prójorov entiende la dictadura de nuestro Partido. Pero nosotros hablamos de la dictadura de la clase que lleva tras de sí a las capas pobres del campesinado.

Inexactitudes en algunas de las intervenciones: ¿qué tenemos hoy, reacción o contrarrevolución? Durante las revoluciones, no hay reacción. Cuando una clase sustituye a otra en el Poder, eso no es reacción, sino revolución o contrarrevolución.

Por lo que se refiere al cuarto factor de la crisis de Poder, al que se ha referido Jaritónov, el factor internacional, sólo la guerra y las cuestiones de la política exterior a ella vinculadas guardan relación con la crisis de Poder en nuestro país. En mi informe he atribuido la importancia primordial a la guerra entre los factores de la crisis de Poder.

Por lo que se refiere a la pequeña burguesía, ésta ya no constituye un todo único, pues en ella se produce una rápida diferenciación (el Soviet de Diputados Campesinos de la guarnición de Petrogrado, que está en contra del Comité Ejecutivo del Congreso Campesino). En el campo se desarrolla la lucha, y paralelamente a los Soviets de Diputados Campesinos ya existentes se organizan espontáneamente otros. Nosotros contamos precisamente con el apoyo de esas capas pobres del campesinado que se están levantando. Por su situación económica, sólo ellos pueden ir con nosotros. Las capas campesinas que han llevado al Comité Ejecutivo del Congreso Campesino a tipos como Avxéntiev, sedientos de sangre del proletariado, no nos seguirán y no se inclinarán hacia nosotros.

Yo he visto cómo aplaudía esa gente, cuando Tsereteli hizo pública la orden de detención del camarada Lenin.

Los camaradas que dicen que la dictadura del proletariado es imposible por ser el proletariado una minoría de la población, comprenden de un modo mecánico la fuerza de la mayoría. También los Soviets no representan más que a veinte millones de personas por ellos organizadas, pero, gracias a su organización, llevan tras de sí a todo el pueblo. Todo el pueblo seguirá a una fuerza organizada capaz de romper los grilletes del desbarajuste económico.

El camarada Volodarski interpreta la resolución tomada por la Conferencia de diferente manera que yo, pero es difícil comprender cuál es su punto de vista.

Los camaradas preguntan si podemos cambiar nuestra consigna. Nuestra consigna acerca del Poder de los Soviets correspondía al período pacífico del desarrollo de la revolución, período ya pasado. No debemos olvidar que una de las condiciones para la transferencia del Poder es hoy la victoria sobre la contrarrevolución mediante un alzamiento. Cuando proclamamos nuestra consigna acerca de los Soviets, el Poder estaba, de hecho, en sus manos. Presionando a los Soviets, podíamos influir en los cambios en la composición del gobierno: Ahora el Poder se encuentra en manos del Gobierno Provisional. No podemos confiar en que mediante la presión sobre los Soviets el Poder pase pacíficamente a manos de la clase obrera. Como marxistas, debemos decir: lo importante no son las instituciones, sino la política de clase que aplican esas instituciones. Nosotros estamos, sin duda alguna, en favor de unos Soviets en los que tengamos la mayoría. Y trataremos de crear tales Soviets. Pero no podemos entregar el Poder a unos Soviets que conciertan una alianza con la contrarrevolución.

Resumiendo, puede decirse que el camino de desarrollo pacífico del movimiento ha concluido, pues el movimiento ha emprendido el camino de la revolución socialista. La pequeña burguesía, a excepción de las capas pobres del campesinado, apoya ahora a la contrarrevolución. Por eso, en el momento actual, la consigna “¡Todo el Poder a los Soviets!” resulta anticuada.

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