miércoles, marzo 14

Molotov en los primeros días de la revolución


Molotov y Stalin
A fines de 1916 y comienzos de 1917, ninguno de los principales líderes bolcheviques, miembros del Comité Central, estaba en Petrogrado. Lenin estaba asilado en Suiza; Stalin y Sverdlov estaban exiliados en algún lugar de Siberia. De los líderes, sólo el Buró Ruso del CC que actuaba en representación del CC del partido, estaba en Petrogrado. El buró era de tres, una troika: Alexander Shliapnikov, P.A. Zalutsky y yo. En la tierra de los ciegos, el tuerto es rey. Ese era el Buró Ruso del CC. Pese a nuestra juventud, inexperiencia y nuestra condición de mandos medios del partido, estuvimos a cargo del trabajo del partido en la capital.

Cuando los sucesos del 26 de febrero empezaron a desarrollarse, Zalutsky y yo... fuimos a nuestro punto de reunión secreto en el lado de Vyborg para ver qué estaba pasando. Pero nuestro compañero, Shliapnikov, no estaba allí. Nos dijeron que probablemente estaba en la casa de Gorky. Fuimos hacia allá. Era tarde, probablemente la madrugada del 27 de febrero.

Había disparos en las calles, en todas direcciones. Zalutsky y yo paramos en la entrada de la casa de Gorky. El salió. Esa era la primera vez que lo veía.

-¿No está Shliapnikov con usted?, le pregunté.
- El Soviet de Diputados Obreros de Petrogrado está ya en sesión, contestó.
- ¿Dónde está reunido?
- En el Palacio Táurida. Probablemente, Shliapnikov está ahí ahora. Vino a verme y luego se fue.

Bueno, entonces nos fuimos al Palacio Táurida, llamamos a Kerensky... y nos presentamos: “Somos del CC de los bolcheviques y deseamos participar en la sesión”. El nos condujo al presídium y nos presentó al Soviet que recién se había formado. Los bolcheviques ahí éramos pocos.

...Nosotros propusimos el lema: “Ningún apoyo al Gobierno Provisional”. Ningún apoyo. Mi argumento era que ése era un gobierno burgués de capitalistas y terratenientes, y que estaba siguiendo una línea contrarrevolucionaria. Mi análisis era algo impreciso, aún así fue aprobado más tarde por Lenin.

Entonces, tomé asiento en la mesa de la presidencia...

... Tenía que hablar contra Kerensky...

... Fui participante directo en esos sucesos. Lenin no estaba ahí, entonces teníamos que arreglárnoslas por nosotros mismos. No había directivas de él, y no podía haber ninguna. Después de todo, no sólo para Lenin sino para todos nosotros en Píter, el día de la Revolución llegó inesperadamente. Es imposible prever todo.


Extractos (editados) de "Molotov remembers" (Conversations with Félix Chuev), 1993


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