viernes, marzo 16

El fin de la dinastía Romanov


Petrogrado (3 de marzo de 1917).- La abdicación de Nicolás II ha sido recibida con poco entusiasmo en las calles de Petrogrado en tanto no constituye el anuncio oficial del fin de la monarquía.

El esfuerzo del Gobierno Provisional por tranquilizar las calles y lograr que los soldados regresen a sus cuarteles no se ve facilitado por la preocupació en relación a la continuidad de la Corona.

Algunos ministros del Gobierno Provisional no excluyen, por el contrario, alientan la vigencia de la monarquía. Guchkov, Ministro de Guerra, y Miliukov, Ministro de Asuntos Exteriores, son defensores de la Corona.

Mientras tanto las masas en la capital atacan a los partidarios del zarismo y a todo signo que lo recuerde. Una multitud de soldados marchó hacia el Palacio Táurida demandando el derrocamiento de la dinastía Romanov. En tanto, el Ministro Miliukov defiende la existencia legal de la monarquía y su preservación como símbolo del estado, considerando que es la única que puede dar legitimidad a la transferencia del poder al nuevo gobierno.

Sin embargo, la supervivencia de la monarquía tiene pocas posibilidades según el panorama político de la capital y la negativa de los obreros y soldados a aceptar al nuevo zar.

En virtud de los argumentos y de la persistencia de Kerensky y Nekrásov, ministros republicanos, el Gobierno Provisional resolvió persuadir al Gran Duque para que rehuse la Corona y de por concluida la dinastía.

El hermano del ex-Zar Nicolás II, recibió a los representantes del Gobierno Provisional en la residencia de la Princesa Putiatina, cerca al Palacio de Invierno, donde el Gran Duque Mijaíl se refugió al estallar la revolución. El Primer Ministro Lvov y Kerensky expusieron la posición de la mayoría del gobierno, según la cual si acepta la Corona, se producirá un levantamiento general que conducirá inevitablemente a la guerra civil.

Aunque tímido y poco interesado en política, Mijaíl discrepó con los ministros diciendo que sólo la monarquía podía salvar al país del desorden y el caos. Sin embargo, solicitó una hora para tomar una decisión; tiempo que empleó para consultar con el presidente de la Duma sobre si dicho organismo le puede garantizar su seguridad en caso de aceptar la Corona. Ante la respuesta negativa de Rodziando, el Gran Duque Mijaíl informó a los representantes del gobierno que declinaría la Corona.

A las 6 de la tarde del día de hoy, el Gran Duque firmó –en presencia de los ministros- el Manifiesto de abdicación que puso fin a 300 años de dominio de los Romanov.

Al saberse la noticia, multitudes de personas de todo origen social salieron a reunirse en las calles de Petrogrado y Moscú, expresando su júbilo. En los techos y ventanas de los edificios de las ciudades se izaron banderas rojas en señal de adhesión a la revolución. Igualmente en las ciudades y pueblos del interior, la población celebró el fin del zarismo con mucho entusiasmo. Marchas, manifestaciones y mítines se desarrollaron por doquier, con las multitudes cantando La Marsellesa.

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